Los poderes de Estados Unidos están crecientemente nerviosos por las condiciones de inestabilidad que vive México y deciden adoptar al país, creando los Estados Unidos de Norteamérica. México deja de existir como lo hemos conocido desde 1810 y ahora forma parte de una gran confederación al norte del continente; el país más poderoso del mundo. En este escenario extremo, Washington aprovecha los puntos débiles y el desánimo social de su población para integrar a la República mexicana como parte de un territorio y consolidar un gobierno común. La estrategia que aplican los estadounidenses, basada en las preocupaciones, resentimientos y decepciones de la sociedad mexicana hacia sus líderes y gobernantes, permite que México sea anexado sin que se derrame una sola gota de sangre y con el beneplácito de buena parte de los mexicanos.

El American Dream es mi novela más reciente, publicada bajo el sello de Editorial Planeta. En la portada se muestra a la Estatua de la Libertad ataviada con un sarape en vivos colores mexicanos, dando muestra del sincretismo que esconde este “sueño americano”. La narración surge de una pregunta elemental: ¿qué estará pensando la superpotencia sobre su vecino del sur? ¿Qué tan preocupados estarán respecto a la estabilidad y el futuro de México? Un país, una potencia mundial tan acostumbrada a interferir en el destino de otras naciones, ¿podría estar inquieta ante el rumbo que está tomando México?

Aprovechando las posibilidades infinitas que ofrece la literatura de ficción, la novela muestra las razones por las que Estados Unidos toma la decisión de adoptar a México, la estrategia que aplica para que sean los mexicanos mismos quienes aboguen por esta fusión y, finalmente, la manera en que cambian México y Estados Unidos al construir un solo país.

El American Dream es una curiosa combinación de pesadilla y de catarsis nacional. Pesadilla porque lleva hasta sus límites el escenario de un México tan insatisfecho con sus condiciones internas, con sus políticos y con su nebuloso futuro, que se convierte en presa fácil de una nueva oleada de nacionalismo y de expansión estadounidense. Los vecinos se escudan en el argumento de que ya hay tantos millones de mexicanos en Estados Unidos que deben ser ellos quienes deban adelantarse a la creación de un país dentro del suyo. Concluyen en que los desatinos de sucesivos gobiernos mexicanos han orillado a miles de paisanos a buscar el sueño americano. Ahora esta realidad será para todos, bajo un país en común.

El sueño es también un ejercicio de catarsis para los mexicanos. La impunidad, la corrupción y el abuso de poder, que no alcanzamos a resolver por medios propios, son castigados de manera sutil, pero implacable, por la justicia estadounidense.

La era Trump puso al límite las relaciones bilaterales. Esta novela, escrita con la mayor ironía, lleva al extremo las posibilidades de una vecindad plagada de ambivalencias y contradicciones, hasta llevarlas a la fusión definitiva entre las dos naciones. Es, finalmente, el incierto matrimonio entre los tacos y las hamburguesas.

Internacionalista

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