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En días recientes, académicos de la Universidad de Guadalajara organizaron un seminario con diversos especialistas del país, cuyo propósito fue discutir nuevos enfoques sobre las relaciones entre educación y trabajo en un mundo contemporáneo. Estas relaciones se pueden analizar teniendo dos escenarios posibles: los países industrializados y aquellos en vías de desarrollo. Para el primer caso, mis primeras apreciaciones sobre el futuro de las relaciones entre educación y trabajo son las siguientes:
Vivimos una transición mundial donde empieza a imperar una economía globalizada, una sociedad del conocimiento, el uso de las tecnologías de la información, la comunicación por internet y el uso de la robótica. Dichos cambios están modificando rápidamente el mundo laboral y, en consecuencia, la demanda de profesionistas con las competencias necesarias para atender las necesidades actuales y futuras de las empresas y de la sociedad misma.
Los empleos y las profesiones, tal y como los conocemos en la actualidad, están sufriendo cambios importantes. Los empleos más propensos a su automatización están siendo realizados por máquinas y dispositivos electrónicos (cajeros automáticos), otros que requieren de la mano de obra rutinaria y no calificada permanecen (limpieza), unos más que necesitar de alta especialización, se están transformando y modernizando rápidamente (medicina nuclear), y empiezan a aparecer otros que se basan en nuevas tecnologías digitales (Machine learning).
Se anticipa desempleo en los estratos sociales más bajos que no tienen una escolaridad mínima, así como una gran demanda de trabajo de especialistas altamente calificados que dominen nuevas competencias laborales (como la programación y el modelamiento matemático). En este segmento de la población las demandas están cambiando continuamente y serán progresivamente más exigentes, lo que obliga a los profesionistas a formarse permanentemente a lo largo de toda la vida.
Estas nuevas condiciones laborales están demandando que la educación superior sufra una transformación de fondo, de tal manera que sus egresados: 1) dominen las competencias básicas del lenguaje oral y escrito, las matemáticas y los conocimientos para entender el mundo físico y social que los rodea, 2) manejen las tecnologías digitales que les permitan encontrar información nueva y comunicarse con diversos profesionistas de manera productiva, 3) dominen más de un idioma (especialmente el inglés), 4) tengan liderazgo y trabajen de manera colaborativa y a distancia, 5) piensen críticamente y se orienten a la solución de problemas, 6) dominen diversas habilidades socioemocionales, como el autocontrol, la empatía y la solución de conflictos, 7) sepan trabajar de manera independiente y autónoma, y 8) dediquen parte de su tiempo a la autoformación y superación profesional.
Las características de estos nuevos trabajadores, a su vez, demandan que la educación formal escolarizada se adapte en un futuro a estas necesidades del mundo laboral, flexibilizando su oferta de educación superior, a través de: 1) planes y programas de estudio modulares y flexibles, que se adapten de manera oportuna a las necesidades productivas y de la sociedad 2) considerar formalmente el aprendizaje de los estudiantes en el mundo laboral y 3) permitir la reinserción escolar de los alumnos cuando lo requieran. Asímismo, se plantea la necesidad de modificar la forma de certificar las competencias adquiridas, considerando que las personas no sólo aprenden en el sistema educativo, sino que adquieren competencias de diversa naturaleza en sus centros de trabajo, así como en múltiples fuentes disponibles en internet.
De manera recíproca, las empresas deben permitir que los estudiantes realicen prácticas en sus instalaciones, se requiere que las empresas permitan que sus empleados puedan seguirse formando de manera continua y regresar a sus centros escolares temporalmente cuando lo requieran, y ofrezcan empleos temporales a estudiantes universitarios. Finalmente, es necesario que las empresas se vinculen con las instituciones educativas, para que conjuntamente realicen investigaciones y desarrollos tecnológicos.
En algunos países el futuro de las relaciones entre educación y trabajo ya los alcanzó. Alemania ha implementado la educación dual (donde los estudiantes aprenden en los centros de trabajo) y donde existen doctorados que ofrecen las grandes empresas —Bosch, Mercedes, BMW y Siemens— en coordinación con las más prestigiadas instituciones de educación superior.
Consejero presidente del INEE