A mediados de junio se implementó el Plan Nacional de la Evaluación del Aprendizaje (Planea) a una muestra cercana a 170 mil alumnos de tercero de secundaria. En este estudio participaron las 32 entidades de federativas del país, aunque en Oaxaca, Chiapas y Michoacán apenas se pudo evaluar a una tercera parte, o menos, de los estudiantes seleccionados, debido a la oposición de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Por esta razón será imposible conocer la situación actual de estos tres estados.

El propósito de Planea es medir el nivel de dominio de conocimientos y habilidades clave que logran los estudiantes mexicanos que concluyen el preescolar, la primaria, la secundaria y la educación media superior. Planea se aplica en dos modalidades: a una muestra nacional y estatal de estudiantes (a cargo del Instituto Nacional Para la Evaluación de la Educación, INEE) y a un censo de escuelas (a cargo de la Secretaría de Educación Pública, SEP). Los resultados de Planea tienen dos grandes audiencias, de acuerdo con su modalidad. Por un lado, autoridades educativas federal y locales, congresistas, académicos, organizaciones de la sociedad civil y público en general. Por otro lado, autoridades educativas estatales, supervisores, jefes de zona escolar, directores, consejos técnicos escolares, docentes y padres de familia.

El fin último de Planea es doble: 1) informar a los tomadores de decisiones para que, en sus respectivos ámbitos, diseñen políticas y programas que mejoren la calidad de la educación y 2) contribuir a que se rinda cuentas a la sociedad para que, por diversos mecanismos, exijan al Estado mexicano a cumplir con su responsabilidad de asegurar que todos los estudiantes logren el máximo logro educativo posible.

En palabras llanas, Planea se puede entender como un “termómetro” de la educación obligatoria mexicana, ya que nos proporciona una medida de la “temperatura” educativa del país. Nos dice, entre otras cosas: cómo progresa el país y cada uno de sus estados a lo largo del tiempo; qué poblaciones estudiantiles presentan mayor rezago; cuáles contenidos curriculares dominan los estudiantes y cuáles no; de qué tamaño son las brechas de aprendizaje entre los estudiantes que pertenecen a distintos tipos de escuela y condiciones socioculturales; qué grados escolares presentan mayores problemas; y, con qué niveles de aprendizaje en Lenguaje y en Matemáticas egresan los estudiantes de cada una de las escuelas del país.

La misma analogía de Planea se puede hacer con las evaluaciones internacionales utilizadas en México, como son los casos de PISA (Programa de Evaluación de Estudiantes Internacionales) y de CIVICS (Estudio International de Educación Cívica y Ciudadanía). La diferencia radica en que se tratan de instrumentos distintos y, por consiguiente, dan lecturas diferentes sobre el mismo “padecimiento” (bajos niveles de aprendizaje). Una forma de entender esta analogía es considerar que un termómetro proporciona la temperatura en grados centígrados y otro en grados farenheit; con la salvedad de que entre las evaluaciones nacionales e internacionales no existe una equivalencia exacta (pero sí aproximada), como la que existe entre las dos escalas de temperatura.

Planea ya ha informado en años anteriores sobre la “temperatura” educativa del país. En 2015 se aplicó a estudiantes de tercero de secundaria (y de sexto de primaria). Los resultados de esta medición muestran la gravedad de la “enfermedad” de nuestro sistema educativo, que se traduce en niveles pobres de aprendizaje; “enfermedad” que se ha mantenido a lo largo de los años y que no cambiará mientras el Estado haga y deshaga reformas educativas con racionalidades sexenales. Planea 2015 muestra que en Matemáticas seis de cada diez estudiantes de tercero de secundaria no adquieren las competencias básicas (conocimientos y habilidades esenciales para continuar aprendiendo), mientras que solo 6.8% de los alumnos dominan a profundidad estas habilidades cuantitativas. Por su parte, en la asignatura de Lenguaje y Comunicación, tres de cada diez escolares mostraron tener deficiencias graves en el dominio de la lectura, mientras que apenas 6.1% la domina considerablemente bien.

Como se mencionó, Planea también contempla la evaluación censal de los centros escolares del país (lo que no sucede con PISA). Por consiguiente, no sólo proporciona la “temperatura” educativa de México y de sus entidades sino, además, de cada una de sus escuelas. El INEE cumple así con una de sus atribuciones: evaluar los resultados del Sistema Educativo Nacional. Esperemos que las autoridades educativas y escolares, así como la sociedad en general, sepan leer y hacer uso de la información que proporcionará a fin de año Planea 2017.

Presidente de la Junta de Gobierno del INEE

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