En la actualidad, la tendencia reinante en el mundo en la discusión sobre marihuana no gira en torno a si esta droga debe legalizarse o no, sino cuando sucederá y de qué manera. Luego del fallo de la SCJN, favorable a que los miembros de la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante (SMART) cultiven y consuman marihuana con fines lúdicos, el debate sobre la legalización de las drogas, que se remonta a la década de los 70, volvió a México para quedarse y está por verse si dicha resolución de la Corte se transforma en jurisprudencia, lo que tendría efectos legales sobre todo el país y consecuentemente presionaría al Congreso de la Unión para legislar formalmente sobre el uso de este narcótico.

El hecho es que esta decisión judicial ha sentado las bases para un inaplazable análisis de los pros y los contras de una eventual despenalización de la marihuana —de la cual México es el segundo productor del mundo—, y para ello sería bueno que el Ejecutivo y el Legislativo revisaran varios casos emblemáticos de esta política no prohibicionista alrededor del mundo, y los resultados que ha tenido en términos sociales y económicos.

Por ejemplo Holanda, que en 1976 fue el primer país en el mundo en desafiar la política prohibicionista de drogas. Con su Ley de Opio despenalizó la tenencia de marihuana y hachís; además garantizó la calidad de los productos suministrados y eliminó el comercio callejero, al autorizar la venta a través de los llamados coffee shops. Vista a través del tiempo esta medida demuestra que consiguió buena parte de los fines que perseguía y hoy el país esta fuera del listado de naciones europeas donde más drogas se consumen.

EU es otro caso, mucho más cercano e importante para México, en el que la legalización de la marihuana gana cada vez más terreno. Hoy es legal su consumo con fines médicos o recreativos en un total de 23 estados y el Distrito de Columbia, y están en puerta legislaciones en otros estados.

También en Uruguay, en 2013 el gobierno del entonces presidente José Mujica legalizó la producción, tenencia y consumo de marihuana. Esta nación fue la primera en América, pero no la única. Chile ya permite el cultivo con fines medicinales y Colombia se apresta a debatir sobre la legalización del consumo personal.

No hay duda de que la marihuana es una droga adictiva y nociva individual y socialmente, y que su eventual legalización no acabaría con los cárteles del narcotráfico; sin embargo, y luego del rotundo fracaso de la política prohibicionista, despelinalizarla y regularla sería un cambio en la estrategia de lucha contra las drogas, que ahora podría darse desde los centros de salud y no a tiros y en las cárceles, evitando toda la cadena de violencia, muerte y fractura social que hoy vivimos.

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