En más de un siglo, la vida académica, cultural y científica de México ha girado en torno a la Universidad Nacional. Posee museos de distintas disciplinas, es una de las más importantes casas editoras de libros, ofrece estudios de preparatoria a doctorado, sus recintos de divulgación de la cultura son de los más importantes del país, así como sus centros de investigación; es formadora de artistas y de deportistas, de cineastas y de escritores. Su prestigio trasciende las fronteras. Una institución así implica un reto enorme para dirigir y para lograr cada día más.

Con el fin de encabezar el desafío que lo anterior representa, la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México designó ayer a Enrique Luis Graue Wiechers como el próximo rector, en sustitución de José Narro Robles, que deja el cargo el próximo 16 de noviembre.

De acuerdo con la Junta, Graue es quien mejor cumple el perfil al ponderar —entre las propuestas de los 10 aspirantes entrevistados— la calidad y la viabilidad institucional del proyecto, la demanda de innovar en los procesos docentes, la promoción de la vinculación entre investigación y docencia, así como entre Universidad y sociedad, además de valorar la situación de esta casa de estudios en el contexto nacional e internacional.

Graue anticipó que en su rectorado se consolidará lo que ha alcanzado la UNAM hasta ahora y mostró mesura al afirmar que se crecerá, pero sin deteriorar la docencia y la investigación; uno de los riesgos en los que puede caer la Universidad es apostar a crecer más, pero a costa de sacrificar la calidad de su profesorado o investigadores, lo cual debe evitarse.
Mencionó también que hablará con los otros nueve candidatos para plantear la posibilidad de sumarlos a su proyecto. Dar a conocer esa intención en sus primeras declaraciones públicas tras conocer la designación de la Junta de Gobierno, es un acto que debe reconocerse. Luego de un proceso de selección de 44 días, la competencia debe quedar atrás para dar inicio al proyecto de la Universidad para los cuatro próximos años, tarea en la que deben colaborar los universitarios más destacados.

La Universidad que el país necesita es aquella que siga en la ruta de lo que ha mostrado en las últimas décadas: compromiso con el desarrollo del país, preparación de jóvenes, impulso a la investigación y a las distintas áreas de conocimiento. Reafirmar lo conseguido y trazarse siempre objetivos cada vez más ambiciosos son tareas irrenunciables en el quehacer de la más importante universidad de México y de las de mayor prestigio en Iberoamérica. El país lo agradecerá.

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