En medio del escándalo por la trama de sobornos otorgados por la constructora brasileña Odebrecht a funcionarios de doce países de América Latina y África, incluido México; y luego de que Petróleos Mexicanos aprobara el pasado 1 de marzo tres investigaciones internas para sancionar a los posibles involucrados en este caso, se vuelve imperativo que, a partir de ahora, a la empresa productiva del Estado la rijan criterios estrictos de transparencia y rendición de cuentas.

Por décadas, pese a su enorme importancia económica para nuestro país, en la antigua paraestatal ha reinado la opacidad, algo que casi con seguridad permitió dispendio y lucro discrecionales con los recursos de una empresa patrimonio de todos los mexicanos.

Es relevante que en las tres indagatorias aludidas se mencione la presunta participación en el esquema de corrupción de la pasada administración de Pemex, pues en otros países —involucrados en el caso— incluso ya hay ex funcionarios en prisión. Hasta ahora en nuestro país ha imperado el silencio y la reserva de información.

Urge que desde el gobierno federal, y desde la dirección de Pemex misma, se impulse en serio la apertura a la transparencia, a fin de evitar más casos como éste. Ya no se trata de una alternativa; vivimos tiempos en los que la transparencia es exigencia ciudadana para todas las instituciones.

La trama Odebrecht, por ser un ejemplo ilustrativo de los alcances trasnacionales y de primer nivel en los gobiernos que puede alcanzar la corrupción, es que debe marcar un parteaguas en la lucha anticorrupción. Y como está más que probado, en esta justa un ingrediente esencial es el acceso a la información pública por parte de la sociedad.

La reforma energética fue un paso relevante en la industria energética nacional no sólo porque cambió un paradigma de inversión privada, sino porque en teoría prioriza la eficiencia por encima de las consideraciones políticas.

Este principio debe trasladarse, de igual forma, hacia la gestión interna de Petróleos Mexicanos. De la misma forma como una empresa privada debe informar a sus accionistas de cualquier sospecha de daño al patrimonio común, así también Pemex tiene la oportunidad de mostrar a los connacionales la nueva etapa de modernidad por la que atraviesa.

Durante el primer tramo de su historia Pemex fue símbolo de orgullo nacional. Posteriormente, debido a las malas administraciones y a los abusos, se transformó en un emblema del dispendio. El tratamiento a las acusaciones contra la pasada administración tendrán que ser parte del cambio prometido.

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