La delincuencia golpea a muchos sectores de la sociedad: aquellos que viajan en transporte público, quienes están detenidos en el tráfico esperando a avanzar, los comerciantes que son víctimas de atracos… y la lista continúa.

EL UNIVERSAL da cuenta hoy del impacto que sufren también las grandes empresas como consecuencia del ambiente de inseguridad. Los corporativos que controlan las tiendas departamentales, las cadenas de tiendas de conveniencia o los distribuidores a gran escala de productos comestibles, que incluso cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores, se han vuelto blanco frecuente de las bandas delictivas.

La situación obliga a que las compañías destinen más presupuesto para cuestiones de seguridad. El Consejo Nacional de Seguridad Privada, que agrupa a 73 compañías de guardias, rastreo e inteligencia, prevé que las empresas tendrán que incrementar hasta en 40 por ciento sus presupuestos de seguridad para 2017, debido a los mayores casos de robo al transporte que se han registrado este año.

Las zonas de riesgo están bien definidas: Puebla, Veracruz, Estado de México, Ciudad de México, Guerrero, Michoacán, Nuevo León y San Luis Potosí. Las empresas de seguridad lo saben. ¿Qué necesitan las autoridades de esas entidades para imponer una mayor vigilancia en carreteras federales y estatales?

Otro dato: generalmente los artículos obtenidos por la delincuencia se encuentran después a la vista de todos. En las grandes ciudades la población conoce los tianguis o zonas en las que se expenden productos de marca a bajo precio, debido a que han sido obtenidos por medio de hurtos o asaltos. Una simple revisión de rutina ayudaría a conocer uno de los eslabones de las redes del hampa.

El daño a la economía general es inevitable: o se traslada el costo de la inseguridad al consumidor o se cancelan los proyectos de crecimiento que podrían alentar economías de diversas regiones. Centros de operación y de distribución han tenido cerrar afectando principalmente al consumidor que no encontrará los productos de manera más fácil y probablemente tendrá que pagar más por ellos.

Las grandes compañías pueden tomar previsiones, pero aquellas empresas pequeñas y medianas no lo pueden hacer en la misma proporción. A final de cuentas el costo será más pesado para un empresario menor.

La sensación de inseguridad para el ciudadano común y para las empresas es inevitable, pero reducir el crimen del que son blanco las grandes compañías tendrá un doble resultado: mayor percepción de seguridad e impulso a la economía, se mataría dos pájaros de un tiro. Iniciativa privada y sociedad están a la espera de la acción de la autoridad.

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