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Otra vez Guerrero. El desafío que los criminales han hecho a las autoridades federales y locales en los últimos cuatro días, al atacar a sus fuerzas de seguridad en plena zona turística de Acapulco, desmonta cualquier credibilidad que se haya podido lograr luego de anunciar con bombo y platillo, varias veces, supuestas nuevas estrategias con el fin de devolver la paz a los habitantes del estado. El mensaje es claro: el Estado mexicano no es capaz de proteger a su gente.
El domingo pasado, criminales atacaron un hotel en donde se hospedan elementos de la Policía Federal, así como las oficinas donde trabajan, en respuesta a la detención de un presunto delincuente apodado El Burro, identificado por el gobierno federal como integrante del Cártel Independiente de Acapulco.
Desde entonces y hasta ayer martes, el puerto ha vivido varios episodios de violencia, a pesar de que —uno supondría— los hechos de la semana pasada deberían bastar para que el Estado mexicano impidiera con su fuerza que los criminales sigan generando terror entre los habitantes.
¿Qué revela lo ocurrido en estos últimos días? La impotencia de los gobiernos federal y local para controlar un problema que no es nuevo. A estas alturas, después de varios “replanteamientos” de la estrategia, deberían por lo menos garantizar el resguardo de la zona que se suponía más segura en el estado de Guerrero. Si balaceras tan impúdicas ocurren en pleno Acapulco, ¿cómo estará la zona serrana de Guerrero? ¿Quién voltea a ver a Chilpancingo o a Chilapa?
En diciembre de 2014 la Policía Federal, la Gendarmería, el Ejército y la Marina comenzaron a cuidar escuelas en respuesta al secuestro de maestros. En marzo de 2015 y luego en octubre de ese mismo año, la Gendarmería reforzó la seguridad en el puerto con otros 500 elementos.
Como resultado, el gobernador dijo en diciembre pasado que el trabajo coordinado con el gobierno federal había logrado disminuir los homicidios en el estado en 26% y en Acapulco en 42%. Sin embargo, de acuerdo con el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública, Acapulco es el municipio con la tasa más elevada de homicidios en México por cuarto año consecutivo. La propia estadística del gobierno de Guerrero reporta en lo que va de 2016 a 332 personas asesinadas en el puerto.
El lunes se anunció, otra vez, un replanteamiento de la estrategia de seguridad.
Solucionar el problema no se logrará en el corto plazo, eso le queda claro a todos. Pero que ni siquiera puedan dar tregua a la zona que tanto presumían de estar “blindada”, no puede sino generar miedo y dudas.