No me cabe la menor duda de que la fragilidad democrática, la desconfianza en las instituciones públicas, la crisis económica, la demagogia y el populismo, no son males que estén atacando exclusivamente a nuestro país. Hablaría en este caso de una crisis mundial; una crisis que rebasa fronteras y gobiernos y que está minando las entrañas de los Estados liberales.

No nos sintamos los mexicanos víctimas de todos los males. Lo que estamos atravesando es un fenómeno mundial, que requerirá de un análisis mucho más profundo que el politológico o que las meras opiniones cotidianas que se han dado hasta ahora, sobre las distintas sorpresas que el mundo de la economía y la política nos ha brindado.

Ante esta clase de crisis generalizada que traspasa el peso de las carteras y que llama a reorganizar el orden político mundial, tampoco tengo duda de que se requieren políticos valientes que tomen decisiones correctas a pesar de no ser las más populares para ajenos y propios. No es momento de caer bien. Son tiempos para solidarizarnos y aprender que el rumbo de uno es el rumbo de todos y que el camino de todos será el de uno.

En el caso mexicano veo dos acciones por parte del Presidente de la República que siguen ese camino; que nos invitan a la solidarización y a tomar consciencia sobre nuestra particular situación en el orden mundial.

El Presidente de la República ha tomado la vía de la valentía al responder las provocaciones del señor Trump, y hacerle ver que la relación es bilateral en el sentido más preciso de la palabra. No basta con saber qué es lo que quiere el estadounidense, sino es igualmente importante, como lo hizo saber el señor Presidente, qué es lo que esperamos nosotros de esta relación.

La postura del Presidente es plausible en todos los sentidos. Primero, saca al gobierno de la República de una relación dispar en la que lo pretendía colocar el señor Trump. Segundo, pone en la mesa de negociaciones y peticiones a nuestro país (haciendo saber que no sólo no estamos dispuestos a todo, sino que tenemos requerimientos muy específicos que hacer). Tercero, restablece la política exterior mexicana como aquella que sabe amistosamente negociar, pero que siempre y en todo momento es consiente y defensora de su soberanía.

La otra acción que considero valiente, que ha sido menos popular pero no por ello incorrecta, es el reajuste en los precios de la gasolina. Efectivamente, la medida no es del agrado de muchos. A nadie le gusta pagar más por lo que siempre ha venido pagando menos. Sin embargo, el mensaje que se envía a la ciudadanía es doble: son tiempos de medidas para asegurar en nuestro país un bienestar en las próximas décadas. Beneficios que nuestra generación posiblemente no conocerá, pero sí las generaciones que siguen y, son tiempos de solidaridad cívica, más que de revueltas. Nuestra fortaleza radica en nuestra capacidad de unión.

El valiente mensaje que se nos está enviando es claro: estamos por decir cómo queremos vivir dentro de dos días o cómo queremos vivir dentro de toda nuestra vida. No erremos el camino. Se trata del futuro de todos.

Presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México

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