Detrás de brutales delitos, siempre hay personajes que intentan combatirlos: mejorando la condición de las víctimas, encontrando vías para disminuirlos, mejorando condiciones para erradicarlos. A todo mal, siempre hay un remedio. Hay actos que no podrían ser considerados como moralmente obligatorios. Se les denomina actos ‘supererogatorios’. Son esa clase de actos que no son moralmente obligatorios, pero que son moralmente encomiables. Esa es la clase de actos que gente como Lorena Cruz realiza incansablemente, día tras día. Una radiografía del panorama que ella combate, corroborará lo que digo.

En Francia se reportan alrededor de 75 mil violaciones al año, y las autoridades estiman que únicamente se reporta el 10% de las realmente sucedidas. En la India, donde ha habido un incremento considerable en las últimas décadas de este delito, una mujer es violada cada 22 minutos. En Canadá, sólo el 6% de las violaciones son denunciadas ante las autoridades. En 2006, en Arabia Saudí, un tribunal sentenció a dos víctimas de violación a 6 meses de prisión y 90 latigazos por “ir en un auto solas con otro hombre que no era de su familia”. En el Congo, durante la guerra, se calcula que 48 mujeres eran violadas cada hora.

Pero en México también tenemos cifras alarmantes: se estima que el 47% de las mujeres mexicanas ha sufrido alguna clase de abuso sexual y se han reportado alrededor de 120 mil violaciones al año.

El abuso sexual es uno de los delitos más brutales que puedan existir: se roba algo, se somete, se vulnera, se condiciona la integridad y la dignidad de alguien. Es un delito psicológicamente complejo, cosifica al individuo, lo convierte en objeto y no en sujeto. La violencia sexual es tan brutal, que preferimos pensar que no existe, que es un mito, antes de enfrentar el problema; en lugar de atacarlo.

Afortunadamente, no todos piensan así. Existen mujeres valientes y cabales que siguen luchando por las mujeres que han sido sexualmente abusadas; mujeres que son la sombra de las víctimas. Su lucha no se reduce a fortalecer el derecho de las mujeres, sino a combatir la violencia en contra de ellas. Son dos polos, son dos perspectivas, reivindicar el lugar de la mujer en la sociedad, no elimina la violencia que éstas sufren. Se deben atacar paralelamente, simultáneamente. Esto es, al menos, lo que me enseña la labor que hasta ahora ha desempeñado el Instituto Nacional de las Mujeres.

En el caso específico de la violación y el abuso sexual, debemos emprender una cruzada todas las instituciones públicas en coordinación con el Inmujeres.

En 26 entidades federativas del país no se castiga con todo el rigor legal ni punitivo el abuso sexual. Como ha dicho Lorena, incluso en algunos estados de la República, la pena por violación es menor frente a la del robo de una vaca. La cruzada es simple. Tomarnos en serio el problema, reconocerlo y enfrentarlo. Debemos homologar conceptos. Debemos establecer tipos penales similares y que luchen contra este delito seriamente. Debemos combatir la impunidad y brindar confianza a las víctimas para que denuncien los delitos sexuales. Debemos generar estadísticas confiables para tener información objetiva sobre las dimensiones del problema y las zonas geográficas que requieren de mayor atención.

La violación y el abuso sexual no es problema de unos cuantos, no es problema de las mujeres: es problema de todos, es un problema social y, en tanto tal, debemos resolverlo todos. No podemos dejar que las víctimas y las mujeres detrás de la brutalidad, sean las únicas que se preocupen de este tema.

Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses