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A propósito del centenario de la Constitución mexicana de 1917, para lo cual se preparan diversas celebraciones, es el momento de que los mexicanos hagamos un alto para familiarizarnos más con su contenido porque, no hay que olvidar, es la máxima ley que rige las instituciones y los destinos de México.
La Constitución mexicana atiende la cambiante realidad de nuestra nación y sus necesidades, por lo que ha sido modificada en más del 80% de sus artículos, desde su creación.
Decía don Jesús Reyes Heroles: en un país democrático, si las realidades cambian, cambia el derecho; pero también, mediante el derecho, se cambian las realidades.
En la última década, la Constitución ha sido objeto de la mayor parte de sus reformas, para adaptarla a una nueva realidad social, no sólo de México, sino mundial. Sin embargo, sus principios estructurales se mantienen vigentes.
Destaco, entre otras: la reforma al Sistema de Justicia Penal de 2008, la de Derechos Humanos de 2011, las Reformas estructurales de 2013-2015, incluidas las de Telecomunicaciones, Transparencia, Anticorrupción, Energética, Educativa y Política Electoral.
Todas ellas con profundo impacto en la vida social, política y económica de nuestro país.
Ante este contexto, hemos perdido como sociedad la capacidad o interés de comprender el objetivo y fin de todas estas reformas, que persiguen la ampliación democrática y la modernización institucional.
En la víspera de conmemorar 100 años de nuestra Constitución, la ciudadanía no siente que lo plasmado allí sea el reflejo de su voluntad como pueblo, o tenga algún impacto positivo en su vida diaria. Una razón fundamental es el desconocimiento de lo que está consagrado en nuestra Carta Magna, lo cual es un llamado de atención para todos.
Tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado se han realizado foros de reflexión sobre la Constitución, acción que debemos incrementar para acercar más a la sociedad con su contenido.
Informarla sobre sus derechos, así como los principios y mecanismos por los cuales puede exigir su cumplimiento.
Lo ha dicho la ex ministra Olga Sánchez Cordero: conocer los derechos que se tienen es el primer paso para hacerlos efectivos; es el primer paso para que los ciudadanos puedan a cabalidad ejercerlos. Conocer el Estado de derecho es el primer paso hacia una verdadera libertad.
Esta cita cobra relevancia cuando analizamos preceptos constitucionales como la igualdad, la libertad de expresión y de prensa, de culto o de reunión y demás derechos que resultaría inimaginable eliminar o someter a escrutinio público.
Por eso, hoy en México, donde se está cerrando el paso a la corrupción e impunidad y se abre la puerta a la legalidad, rendición de cuentas y transparencia, es imprescindible socializar y reconectar a la Carta Magna como un cuerpo vivo con la sociedad.
Y en esta tarea los medios de comunicación son fundamentales. Como sucedió en 1916 cuando, bajo el lema “Diario Político de la Mañana”, nació EL UNIVERSAL, a iniciativa del ingeniero Félix F. Palavicini, quien además era miembro prominente del Congreso Constituyente de Querétaro. Como señala su obituario, el objetivo fue dar la palabra a los postulados emanados de la Revolución Mexicana.
La Constitución no es una ley como cualquier otra, en esencia es algo más, es la ley fundamental de un país y base de todas las leyes y, como tal, debe consagrar las aspiraciones y deseos más anhelados de toda una nación.
La ciudadanía es dueña de su presente y futuro sólo en la medida en la que haga suyo lo fijado en la Constitución.
Senadora. @Cristina_Diaz_S