Ganar era indispensable para el priísmo, que ya procesa y aprende las lecciones de las elecciones recientes, haciendo un ejercicio ponderado de reflexión sin “echar campanas a vuelo”, en actitud responsable y constructiva. Incesante, como es la política, al tiempo de defender en los tribunales los votos que ganó en las urnas, el tricolor ya enfrenta el desafío de reivindicar los beneficios sociales derivados de sus aciertos pasados en el ejercicio de gobierno, los que ya derivan y que habrán de multiplicarse a consecuencia de la implementación de las reformas transformadoras impulsadas por el presidente Enrique Peña Nieto, así como de refrendar la confianza de los mexicanos para conducir, junto a ellos, la vida nacional, para que todos alcancemos mayor prosperidad, en un clima de libertad, equidad, justicia y paz.

El orgullo que naturalmente generaron las victorias en Estado de México y Coahuila, sin pasar por alto el resultado adverso en Nayarit a pesar de haber presentado a un gran candidato, y los significativos triunfos alcanzados en el complicado clima político de Veracruz, no obsta para que el PRI tenga claro que enfrenta un desafío de enormes proporciones; el más grande de su historia, y que apenas tiene tiempo para corregir y mejorar.

Es evidente que lo que suceda en la vida interna del tricolor es relevante para el país en su conjunto. Así se advierte desde estos días en los que se vive el prolegómeno de la que será nuestra XXII Asamblea que habremos de celebrar en breve, y que será ocasión propicia para que la reflexión impulse a la acción y, con ésta, se haga lo necesario para que sea, cada vez más, una opción ciudadana, que indudablemente enarbole las causas de la sociedad y sea fiel transmisor de las necesidades de la gente.

Espacio de un debate que ya inició, la Asamblea no sólo generará el clima propicio para la discusión libre de las ideas, sino el sitio de encuentro de personas representativas de todas las regiones del país, de todo nivel socioeconómico y de toda visión posible de la vida que permitirá, en un ambiente democrático, acopiar los mejores argumentos y alcanzar las posiciones políticas más vanguardistas, más incluyentes, más progresistas, más avanzadas, más futuristas y más sorprendentes, con las que los priístas habremos de acreditar que estamos preparados y dispuestos a ser el partido político del futuro de México.

Fuerza política sin parangón, el PRI es el mejor y más competitivo partido político, porque aglutina y conserva un poder electoral que nadie más posee. Si tomáramos como referente el peor rendimiento electoral que nuestro país ha tenido en cada una de las secciones electorales, durante todas las elecciones que han ocurrido en los pasados 20 años, podríamos constatar que la base del rendimiento electoral del PRI ronda los 8 millones de votos; en el otro extremo, si consideramos la votación más alta que el PRI ha alcanzado en cada casilla, supera los 21 millones. Votación más que suficiente para ganar, si somos capaces de refrendar la confianza de ese número de ciudadanos.

Con esa fuerza electoral real, robusteciendo nuestra presencia en todo el territorio nacional, y con las más sorprendentes y mejores propuestas que emergerán de nuestra Asamblea, no nada más habremos definido el futuro del partido y, en cierta medida del país, habremos adquirido fuerza y ratificado unidad.

Coordinador de los diputados del PRI.
@ CCQ_PRI

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