El pasado 2 de agosto, el Gobierno de la Ciudad de México presentó la aplicación móvil Bache 24, con el que los ciudadanos pueden reportar baches en las vías primarias de la ciudad (169) y los reportes serán atendidos en un plazo de 24 horas. Lo destacable de este asunto es que en la ejecución de los 250 millones de pesos destinados para bacheo hay intervención ciudadana, que es la que identifica y solicita la atención inmediata.
En los primeros tres días de operación, la Secretaría de Obras y Servicios recibió 3 mil 231 reportes (El Universal 06-08-16), es decir, más de mil reportes diarios. Esto permite concluir dos cuestiones: existe o existía un rezago en esta materia que afectaba directamente al patrimonio de los automovilistas que sufren daños en sus vehículos o incluso a la salud si el mal estado del pavimento fuera la causa de un accidente; y los procesos centralizados en la determinación de una necesidad colectiva suelen ser lentos e insuficientes, cuando se trata de un problema extendido y disperso en miles de kilómetros cuadrados de asfalto. Además, hay que recordar que la época de lluvias es la temporada de multiplicación de los baches por los estragos que provoca el agua en las superficies de rodamiento.
La primera cuestión se ratifica con el señalamiento del titular de la Secretaria de Obras y Servicios consistente en que en un solo día recibieron más de mil 500 reportes, lo que saturó la operación de la aplicación móvil (El Universal, 05-08-16). Sin embargo, cabe remarcar que esta cifra de reportes no es equivalente al número de baches existentes en vías primarias, ya que algunos reportes se duplican y otros no se reportan.
Además, la aplicación sirve para hacer una medición aproximada del tamaño del problema y determinar autoridades competentes. El gobierno de la Ciudad es responsable de las vías primarias mientras que las autoridades delegacionales de las secundarias. Lo anterior, permite una solución inmediata en las primarias y un principio de atención en las secundarias.
Por ejemplo, de los 3 mil 231 reportes, mil 363 no fueron resueltos directamente por encontrarse en vías secundarias y si bien es deseable que se atiendan en un plazo razonable, el compromiso de las 24 horas no se extienda a este tipo de irregularidad en la administración. Las delegaciones no cuentan con el presupuesto, ni los recursos suficientes para atender con esa celeridad y oportunidad.
El defecto de la identificación por un ciudadano es que algunas “imperfecciones” del pavimento no son baches necesariamente, 207 de los reportes no lo eran. La categoría de bache lo asigna la administración, que es la que determina, en última instancia, la procedencia del reporte y el orden de atención a partir de los recursos disponibles.
El 48.6% de los reportes recibidos por la aplicación no estaban dentro del campo de acción del programa. Sin embargo, la buena noticia es que el restante 51.4% si era susceptible de atención. Se arreglaron 1418 baches (85.4%) y los restantes 243 (14.6%) no fueron tapados por circunstancias como tráfico, inundación, manifestaciones, etc. Tengo amistades que corroboraron la eficacia de la aplicación en un bache que ya todos los vecinos consideraban que había surgido para ser eterno por los múltiples reportes por los medios tradicionales que habían hecho y la nula respuesta recibida sobre el particular.
Las cifras son elocuentes, pero el éxito de estos programas no es la capacidad de respuesta de la administración, que no aumenta necesariamente, ni los recursos disponibles, que seguramente son los mismos que se presupuestaron al comienzo del ejercicio. La diferencia la hace el “bache detector” que es el ciudadano afectado.
En un contexto como el actual, en el que prevalece la noción de gobierno abierto, se requiere de mayor creatividad para mejorar y aumentar la participación ciudadana en los asuntos públicos. Por ahí esta el camino para abatir rezagos. No sólo desde las organizaciones de la sociedad civil, sino a través de participaciones individuales como las que fomenta un programa como Bache 24. Enhorabuena y esperemos que tenga la permanencia y efectividad del programa del alcoholímetro.
Profesor de Posgrado de la Facultad de Derecho de la Universidad Anáhuac del Norte
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