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La campaña para elegir a los constituyentes de la Ciudad de México inició el 18 de abril. A más de un mes de originadas, la ciudadanía no sabe a ciencia cierta qué es lo que se va a debatir. Escucha sobre el chilanguismo, los movimientos, los nuevos derechos, el aire limpio, el agandalle, la pureza de las intenciones de los candidatos independientes, el rescate de los espacios públicos y muchas frases que tratan de conquistar el voto, pero nada sobre los asuntos que son la esencia de este ejercicio político fundacional como es: el reparto de facultades entre la Federación y los estados, la forma de coordinación entre el gobierno central y las alcaldías, la manera en que se ejercerá la centralidad administrativa y financiera, la competencia de las alcaldías y su conformación, las reglas del fondo de capitalidad, entre otros temas.
Lo anterior, es esperable en la medida que al electorado y/o a la opinión pública (no la publicada) se le comunican ideas poco complejas para lograr el convencimiento o la adhesión. El trabajo constitucional-político-legal-técnico se desarrollará una vez instalado el constituyente con base en el proyecto de constitución de la Ciudad de México que presente el jefe de gobierno el 15 de septiembre.
Estos tres días que restan para que concluyan las campañas e inicie el tiempo de reflexión el tono de los mensajes será similar, pero intensificado, ya que con base en las prerrogativas que concede la legislación electoral tanto partidos políticos como candidatos independientes tienen derecho a la difusión de sus ideas en radio y televisión (spots). El uso de otras formas de comunicación política (propaganda) han sido limitada, por ejemplo, no hay pendones o pinta de bardas diseminadas en el espacio urbano. La razón es simple: el gasto de campaña es relativamente limitado, si se compara con el correspondiente a las elecciones para la integración de los órganos de representación y de los titulares de los ejecutivos.
La decisión del votante se basará -más que en las propuestas- en las simpatías, fobias, identidades y experiencias pasadas. La baja movilización e interés de la población dará ventaja a los grupos mejor organizados (aquellos que tengan una estructura expandida en el territorio o gremial, o bien, fuertes nexos clientelares).
A este panorama agreguemos 21 candidatos independientes que se repartirán en forma paritaria gasto, prerrogativas y votos. Esto significa que el votante que no quiera favorecer a un “político de siempre” tendrá dos opciones: los partidos que se presentan como diferentes a los políticos tradicionales y los candidatos independientes. Esto significa que el voto “anti-partidocracia” se pulverizará.
Con base en la encuesta de El Financiero (25-05-2012), se identifican cuatro fuerzas con estructura y/o “voto duro” que se repartirán los 60 constituyentes de elección directa: Morena (34%), PRD (15%), PAN (13%) y PRI (12%). La opción de candidatos independientes (13%) y el resto (15%). Además, es probable que, por el tipo de proceso, haya una baja participación y votación nula.
Entonces, el voto razonado reflejará las preferencias políticas más que una idea clara de constitución que se quiere. Lo anterior, permite concluir que es previsible que la integración del constituyente será plural, que ninguna fuerza tendrá mayoría absoluta, ni capacidad de veto por si sola. No hay que olvidar que 40 asambleístas serán electos en forma indirecta por la Cámaras de Diputados y Senadores (28) así como por los Ejecutivos Federal y de la Ciudad de México (12).
Entonces, la reflexión de la próxima semana no tiene relación alguna con los temas de fondo. Incluso, algunos de los que resulten electos conocerán con precisión los alcances e importancia de la tarea, cuando inicien los trabajos en septiembre. Los ciudadanos vamos a votar por una voz que nos represente, pero lo que exprese la misma obedecerá a intereses partidistas, visiones y experiencias personales y conocimiento especializado. Por eso lo que debemos revisar son las trayectorias, disponibles en la página electrónica del INE, de los primeros 20 candidatos de las listas plurinominales de los partidos y la de los 21 independientes (de los cuales únicamente 5 han compartido su currículo) y con base en este ejercicio sufragar conforme a nuestras preferencias y vivencias. El riesgo para el discurso “anti-partido” es que el voto se pulverice y pierda representación frente a las cuatro fuerzas.
Profesor del INAP
cmatutegonzalez@yahooo.com.mx