El pasado 7 de abril, el presidente Peña Nieto, en la conmemoración del Día Mundial de la Salud, suscribió el Acuerdo Nacional hacia la universalización de los servicios de salud, que pretende lograr gradualmente la extensión de la atención a toda la población y la portabilidad de la misma entre las instituciones federales, especialmente las de seguridad social, y los prestadores de servicios de salud en las entidades federativas. En la primera etapa habrá colaboración en intervenciones preventiva, diagnóstico, terapéutica, paliativa y de rehabilitación identificadas en los convenios particulares con cada estado.
En ese mismo sentido, el doctor Gabriel O’Shea Cuevas, titular de la Comisión Nacional de Protección Social en Salud (órgano desconcentrado de la Secretaría de Salud que también es conocido como Seguro Popular), en entrevista para EL UNIVERSAL adelantó que en breve se pondrá en marcha el Sistema Universal de Salud con el intercambio de 700 servicios médicos, considerados dentro de un cuadro de 100 tipos de intervenciones, para pacientes del Seguro Popular a los hospitales del ISSSTE e IMSS o viceversa.
¿Qué es la universalidad de la salud? Una forma sencilla de expresarlo es resumirla en la idea que todos accedan de la misma manera a los servicios de salud sin importar condiciones laborales o geográficas y que hubiera financiamiento suficiente para pagar a todos cualquier intervención, pero la simplicidad hace imposible que esto sea una realidad.
Lo cierto es que cualquier sistema amplio de salud en el mundo se ha construido lentamente a lo largo de años, siguiendo esquemas de atención diferenciados y con estrategias que mezclan lo público y lo privado; la planeación gubernamental con las reglas del mercado; la seguridad social con la asistencia social; el financiamiento universal con el pago de cuotas vinculadas con la relación laboral, entre otras. El éxito de estos sistemas se refleja en el aumento de la esperanza de vida, la reducción de la tasa de mortandad materno-infantil y en la mejora de la calidad de vida de los enfermos crónicos.
Esto también sucedió en México. Los gobiernos federales y estatales de cualquier ideología han impulsado esta universalidad ampliando la oferta de servicios por medio del aumento a la afiliación a la seguridad social o al seguro popular. Esto provocó que se generarán varios subsistemas de salud con escasa interrelación entre ellos y se duplicará o triplicará la cobertura a ciertos grupos poblacionales, mientras que otros no contaban con acceso efectivo. La separación en compartimentos estancos hizo ineficiente el uso de los recursos disponibles, elevó los costos e incrementó los tiempos de espera, así como dificultó o difirió la atención.
Por este motivo, plantear que la universalidad fuera total sería demagógico, pese a ser el ideal. El Sistema Universal que se pondrá en marcha no pretende que haya un fondo nacional único, financiado presupuestalmente que atienda, con base en un paquete básico, a toda la población, porque se sabe que esto no es factible en estos momentos.
La propuesta es más modesta, realizable y abona en el camino adecuado. La coordinación de las entidades gubernamentales, cualquiera que sea su naturaleza o instancia, para conciliar los padrones de derechohabientes, compartir la infraestructura disponible y homologar costos son avances significativos. El logro de estas acciones puede permitir aprovechar mejor los recursos disponibles, sin embargo, son complejas y requiere la sinergia de numerosas organizaciones.
La identificación de las intervenciones que pueden practicarse en cualquiera de las instituciones con un régimen claro de asignación de costos y pagos, así como un sistema de referencia hospitalaria compartida es algo factible y deseable. Es una primera etapa, que lleva gestándose más de 15 años con la reforma de la seguridad social y la creación del Seguro Popular. La segunda, que implica un cambio profundo del esquema de financiamiento, requiere que haya una coordinación mínima entre las entidades gubernamentales. Paso a paso. Esa es la forma de lograr la universalidad deseada.
Profesor de asignatura de El Colegio de México
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