El pasado sábado una escalera en la estación del Metro Nativitas se colapsó, y en dicho incidente se lesionaron tres personas. La reacción inmediata fue un recorrido encabezado por el director del Sistema de Transporte Colectivo (STC) con asambleístas del DF para revisar el estado de las instalaciones y verificar que se tomarán las medidas adecuadas para evitar que vuelva a suceder otro hecho lamentable por la falta evidente de mantenimiento, que es un mal crónico de todas las líneas. La reacción inmediata fue deshabilitar dos escaleras más, pero hay otras 40 en similares condiciones, cuyo costo de reparación es de 5 millones de pesos (150 mil pesos en promedio).

Sin conocer el plan de mantenimiento del Metro, que debiera estar publicado por razones de transparencia y acceso a la información pública, se puede inferir que el recurso disponible es insuficiente para llevar a cabo un programa de obra amplio, que permita la remodelación de los espacios y el reforzamiento de las estructuras. La Asamblea Legislativa solicitará en enero, por primera vez, que el STC les remita el gasto de inversión presupuestado por estación. Hay que señalar que en la página electrónica sólo están publicadas las cifras del 2014 e indicadores de operación que no revelan el estado actual del organismo.

Después de cuando menos un abandono de 20 años, el gobierno de la ciudad inició el proceso de remozamiento en las líneas 1, 2 y 3, que son las más antiguas, y el prototipo es la renovación de la estación Revolución. Si hacemos una multiplicación sencilla, número de estaciones (195) por costo de la obra para la estación (63 millones), un monto estimado requerido asciende a más de 12 mil millones de pesos que representa el 130% del subsidio anual al Metro para 2015. Esta cantidad no incluye la renivelación de las vías (aproximadamente 226 km), ni reparación de los trenes (390). Los habitantes del gran valle de México estamos consumiendo lentamente un patrimonio, sin invertir lo indispensable para su funcionamiento en el futuro.

Lo anterior es independiente de la saturación del Metro por falta de crecimiento y modernización integral. No hay viajes expresos entre terminales, ni conexiones con una red de trenes suburbanos que reduzcan los tiempos de movilidad de los habitantes de la gran metrópoli. El metropolitano de Nueva York con una infraestructura 5 veces mayor transporta el mismo número de usuarios al año. Además, si se considera que  60% del costo por viaje es subsidiado, entonces el aumento de viajes por líneas nuevas o por duplicar las vías en una línea (para los trenes expresos) implica que el subsidio anual crezca exponencialmente. El subsidio, según cifras del STC, no beneficia necesariamente a los estratos más pobres y 11% de los pasajeros pudiera pagar los casi 12 pesos que cuesta el viaje y 30% más de 5 pesos, que es la tarifa actual (Excélsior, 4-11-15).

Cuando el subsidio no alcanza hay dos opciones: subir las tarifas (impensable para un político en esta ciudad) o darle una manita de gato a las estaciones (cubrir la corrosión de las vigas de acero con pintura) y sólo dar el mantenimiento indispensable para lograr el mínimo necesario para la operación segura. Afortunadamente, todavía no hay accidentes en el Metro por falta de sustitución de elementos vitales para el óptimo rodamiento de los convoyes.

La oxidación de las estructuras metálicas, que es una de las causas del evento fatídico de esta semana, es la principal causa del debilitamiento de cualquier edificación construida de concreto. Esto significa que todas las estructuras de esta índole requieren de un reforzamiento periódico. Nuestro Metro va a cumplir el medio siglo y eso significa que en breve será necesaria una intervención ingenieril a la mayoría de las instalaciones, con un programa de obra de corto, mediano y largo plazos. Esto significa más presupuesto urgentemente.

De ahí que la petición del STC a la Asamblea Legislativa para  2016 sea de 20 mil millones de pesos, 33% más que este año, sea congruente con una realidad que ya se empezó a manifestarse en el accidente del sábado pasado. Si la tarifa permanece igual, no habrá subsidio suficiente ni para el mantenimiento mínimo. Urge un cambio en la política de financiamiento del Metro, menos transferencias y más cantidad pagada por viaje. Evidentemente hay grupos que requieren el subsidio, adultos mayores, discapacitados, estudiantes y otros grupos vulnerables, pero preservar las condiciones actuales sólo pone en riesgo a los pasajeros y desincentiva el inaplazable crecimiento de la red. Hay que explorar la tarifa diferenciada como una posible solución, que ha funcionado en otras ciudades del mundo.

Profesor del INAP.

cmatutegonzalez@yahoo.com.mx

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