A María su familia no la localiza, se suma a los más de 30 mil desaparecidos en México; Juan perdió la vida dicen, en un asalto; pero nadie investiga. Cecilio fue asesinado porque era periodista. Rogelio se suicidó porque no tenía qué llevar de comer a su familia. Pedro fue reclutado por la delincuencia tras ser rechazado en la universidad y no encontrar trabajo. Duarte se ríe al pensar en su mujer libre en Londres y la debilidad de castigos ante la corrupción que le abren la puerta a la impunidad a pesar del saqueo que hizo en Veracruz. 23 millones de personas no tienen para comprar la canasta básica y 16 empresarios concentran la riqueza del país.
Todos estos pasajes reflejan la emergencia económica, social y de seguridad que se vive en México, y ante esta circunstancia de gravedad vale la pena que los actores sociales y políticos de oposición se sienten a la mesa para acordar el rescate del país.
Aquí toma sentido un Frente Amplio Democrático: hay que demostrar ante la emergencia nacional, que sí es posible juntar el agua y el aceite. Como pasa en los pueblos con las veladoras, en las que se pone agua, aceite, un pabilo y se enciende. Esta luz es lo que requiere México para salir adelante. La responsabilidad de todos los que aman a su país y que pueden darle un destino diferente. Las experiencias de los procesos electorales de 2016 y 2017 no dejan lugar a dudas: ningún partido ni candidato independiente podrá derrotar solo a un PRI cuya costumbre es la desviación de recursos y la trampa electoral.
Urge darnos la oportunidad de construir de otra forma. Tiene que ser el amor a México lo que nos lleve a dejar intereses particulares para poner en el centro mejorar el nivel de vida de la gente y convertir a los partidos en instrumento de la sociedad, en un proyecto con responsabilidad, generosidad, tolerancia e inteligencia.
En 2018 se necesita un triunfo contundente, que se imponga a las corruptelas del PRI, que genere un gobierno de coalición en el que se refleje la pluralidad y le dé gobernabilidad al país; para ir a fondo en el cambio de régimen, castigar con efectividad la corrupción; cortar los caminos de la impunidad; eliminar los fueros; hacer realidad la revocación del mandato y propiciar una sociedad de derechos donde la justicia no sea sólo un enunciado.
La construcción de este frente se encuentra en terreno minado, cada paso incitará a la descalificación y la desesperanza. Pero si la sociedad civil organizada y los partidos políticos de oposición saben leer la gravedad del problema que atraviesa el país, entonces serán capaces de esquivar todas las minas y construir una propuesta viable que promueva el desarrollo del país, que establezca políticas públicas que destierren el hambre y la pobreza; que propicie un modelo de crecimiento incluyente, y contribuya a que México ya no sea no una sociedad de privilegios para una minoría extractiva, como plantean Daron Acemoglu y James A. Robinson en el libro Por qué Fracasan los Países. El reto es poner el proyecto por delante, hacer compromisos claros y diseñar un mecanismo que garantice la elección de un candidato legitimado que represente estos compromisos, lo ideal es un candidato ciudadano.
La realidad en política es cambiante, por lo tanto no hay un destino fatal. Las oportunidades se construyen, con voluntad y humildad entendiendo que poner por delante el interés de México y de su gente es la mejor manera de no equivocarse.
Secretaria general del Partido de la Revolución Democrática.
@Beatriz_Mojica