En política el futuro no está escrito, se construye todos los días, se adapta y responde a una realidad que cambia. Por eso, quien apueste a que la elección de 2018 ya está decidida, se puede llevar una gran sorpresa. En escenarios inestables como los que vivimos: ¿quién daba posibilidades a Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos?, ¿esperábamos un no a la paz en Colombia?, ¿era visible que Inglaterra saldría de la Unión Europea? ¿Alguien imaginó a Macron hace apenas seis meses en Francia?

Una ola de indignación y hartazgo hacia la política tradicional y hacia el poder recorre el mundo. La reciente victoria en Francia de Emmanuel Macron ha dado inicio a una discusión en México en torno a si es posible que emerja una candidatura independiente desligada de los partidos políticos o en un frente amplio de partidos que subsane la ausencia de la segunda vuelta electoral.

Sinceramente veo poco viable que una candidatura independiente por sí misma pueda fortalecerse en el escenario de fragmentación actual y superar la decepción que han causado quienes han llegado al poder por esta vía. Pero considero que sí es posible la construcción de una tercera vía con ciertas características, en la ruta de 2018. Tendría que configurarse un frente de partidos que además sea capaz de abrir el espacio y aglutinar a personajes independientes, de la sociedad civil, de la academia, de las organizaciones sociales, del empresariado responsable, para la generación de un polo de centro progresista que garantice un triunfo social, pero que se concrete en un triunfo electoral, para dar cauce al enojo social ante la mala conducción del país por parte de la camarilla del PRI, que le apuesta a la dispersión de los votos a través de generar múltiples opciones electorales.

Los partidos políticos deben asumir la responsabilidad de generar una esperanza viable y democrática para el país, que haga frente al PRI y a propuestas mesiánicas. El proyecto de nación debe ponerse por delante. Cuatro tendrían que ser los compromisos fundamentales: El combate a la impunidad, la corrupción, la pobreza y la violencia. Y un objetivo claro, construir una sociedad de derechos, incluyente y con oportunidades reales de desarrollo.

Una y otra vez el país ha sido sacudido por los escándalos de corrupción de los gobernadores y la impunidad que los cobija, la incapacidad del Estado mexicano ante la violencia, la desigualdad y la perspectiva de que no hay futuro posible si continuamos en manos de esta generación de políticos ineficaces y extractivos de la riqueza del país.

México cambia bajo el impulso de las nuevas tecnologías, que han convertido a las redes sociales en una poderosa herramienta de vigilancia del poder. Los excesos tienen mayor visibilidad, los que abusan pierden legitimidad. El prestigio, la reputación, son cada vez más escasos y por lo tanto más valorados por la sociedad, hay que poner atención en el enojo de la gente.

En El Fin del Poder, Moisés Naím, escritor venezolano, advierte: “El poder se reparte en un número cada vez mayor de actores nuevos y más pequeños, de orígenes distintos e inesperados”. Macron fue un candidato que logró juntar el agua y el aceite en una luz de esperanza: los socialistas, la izquierda radical, la derecha republicana. Los partidos políticos tendrán que leer con atención los signos de los nuevos tiempos, y tomar decisiones que lleven al país por la ruta correcta, con un programa y un personaje que haga posible el México de la esperanza viable.

Secretaria general del PRD.
@Beatriz_Mojica

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