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A finales de 2016, el presidente Peña Nieto anunció la liberalización anticipada de los precios de la gasolina, haciendo a un lado a la opinión pública y desdeñando el impacto que la medida tiene en la economía de las familias.
Como de costumbre, sus asesores y amigos que lo han acompañado en la toma de decisiones y que le dibujan otro país que no es el nuestro, le hicieron creer que el gasolinazo pasaría inadvertido entre las fiestas decembrinas, la cuesta de enero, y la resignación de la ciudadanía que, ante cada decisión arbitraria de este gobierno, no había pasado de la indignación a la protesta.
Se equivocaron.
El descontento llegó a las calles, y a través de la protesta, la gente está exigiendo que se frene el aumento a los precios de la gasolina, el diésel, el gas y la electricidad, y que, en lugar de afectar a la economía popular, sea el gobierno quien se ajuste el cinturón reduciendo el gasto improductivo y combatiendo seriamente la corrupción y la impunidad que han caracterizado a este sexenio.
A pesar de que 9 de cada 10 mexicanos repudia sus decisiones de gobierno. Para justificar y revalidar el gasolinazo, Peña Nieto lanzó una pregunta que incluso desde su partido recibió respuesta: ¿Qué hubieran hecho ustedes?
Muchos ciudadanos le mostramos que con un programa serio de austeridad y combate a la corrupción, es viable revertir el gasolinazo:
Por ejemplo, una disminución del 50% al impuesto a las gasolinas, representa 125 mil millones de pesos que pueden subsanarse sobradamente con:
—Un programa serio de austeridad. Hacer un recorte general de 10% al presupuesto de los tres Poderes de la Unión, que pase por los tres órdenes de gobierno, por los órganos autónomos y desde luego incluyendo a los partidos políticos. Exeptuando áreas sociales y de seguridad.
—Recortes y eliminación de gasto improductivo. Como 50% al gasto en comunicación gubernamental y la eliminación de seguros médicos privados, gastos en telefonía, vales de despensa, gasolina, casetas, viajes innecesarios. Incluyendo recortes a los altos salarios de los funcionarios públicos.
—Revisión del servicio de la deuda pública. Una renegociación de la deuda pública que actualmente representa 50% del PIB, de tal manera que nos permita oxigenar las finanzas del Estado entre 3 y un 5% de ahorro sobre el servicio de la deuda.
—Si se toman decisiones serias en torno a la corrupción, se podrían ahorrar más de 100 mil millones de pesos, sólo en adquisiciones y en la obra pública del gobierno. Este dinero se puede invertir en las refinerías que abandonó el propio gobierno federal y necesita nuestro país para abaratar los precios de los combustibles.
—Padrón único de beneficiarios de los programas sociales. Con esta iniciativa, evitaríamos la duplicidad de beneficiarios del gobierno federal y los gobiernos estatales y municipales. Esto nos permitiría ampliar la cobertura social, disminuir la población en situación vulnerable, así como los índices de pobreza.
—De igual manera, debe castigarse la especulación y el robo de la gasolina.
Peña Nieto y su gabinete han perdido legitimidad. El país naufraga, y debe escuchar el reclamo ciudadano. Sobre todo ante la apertura de otro flanco dañino para México, Donald Trump como presidente de Estados Unidos, y no debemos agachar la cabeza.
Es tiempo de la sensibilidad social para darle solución a los problemas internos y de la firmeza para exigir respeto para nuestro país.
Secretaria General del PRD.
@Beatriz_Mojica