Arnoldo Kraus

Apología de la emoción

Según el “posthumanismo”, la especie humana superará sus capacidades intelectuales y físicas debido a la tecnología

09/10/2016 |01:14
Redacción El Universal
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La emoción y la pasión son temas universales. Algunos filósofos se han ocupado de esas vivencias. Para Aristóteles, la emoción constituye cualquier afección del alma acompañada de placer o de dolor. Las emociones son las reacciones inmediatas a una situación favorable o desfavorable.

Busqué a Aristóteles después de anotar unas ideas sobre el significado de las emociones en nuestros tiempos. Demasiados sucesos, cosas y mensajes ininterrumpidos inundan los días y merman la capacidad de ver y escuchar, de sentir y emocionarse con eventos llanos, simples.

La sorpresa en la cara de los niños, recipiendarios del don del pasmo, la llamada para compartir la luna llena, el asombro ante el nido cuidado por la pájara madre, la posibilidad de observar al becerro recién parido y lamido por la madre, han disminuido o se han desdibujado. El exceso de información milita contra las emociones. La tecnología emociona mecánicamente y desplaza al asombro proveniente de la Naturaleza y del alma. El “posthumanismo”, llamado por otros “transhumanismo”, define a la futura especie humana como un grupo que superará —¿sepultará?— sus capacidades intelectuales y físicas debido a la tecnología.

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¿Cómo serán los seres “posthumanos”? Superarán, sostienen los teóricos del “posthumanismo”, nuestros límites físicos y adquirirán destrezas basadas en la tecnología, donde ésta dictará las reglas y el ser humano se supeditará a ellas y mejorará sus capacidades físicas, psíquicas e intelectuales. La idea del individuo “posthumano” inquieta a los eticistas. Sobran preguntas: ¿Cómo convivirán las personas “transhumanas” con quienes provenimos de Darwin y hemos crecido arropados por valores culturales, éticos, artísticos, deportivos y sexuales que no se basan en la tecnología?, ¿será benéfico el “exceso” de tecnología?, ¿cómo se emocionarán los seres “transhumanos”?

La emoción es una sensación indispensable. Humaniza al ser humano lo invita a dialogar con él mismo y lo acerca con sus congéneres por medio de la voz y la escucha. Hay quienes consideran que la emoción tiende a cambiar. Dos ejemplos: Los hijos de familias de estratos socioeconómicos medios o burgueses probablemente nunca han visto parir a un animal in vivo —lo ven en su IPad—, ni caminan solos por su colonia ni se adentran en terrenos baldíos en busca de lagartijas. En el mismo sentido, saber el sexo del bebé antes del alumbramiento, no con fines terapéuticos (“bebés de probeta”), se ha convertido, en las clases adineradas, en necesidad. A la par, el correo escrito y la emoción por la carta anhelada han casi desaparecido, al igual que el misterio y la emoción guardados en el sobre cerrado, de la amiga, del amigo, de los amantes.

La caligrafía, rostro e identidad de quien escribe, y su cultivo, tachar, borrar, resaltar con otras letras o colores, dibujar al lado del papel, también tiende a desaparecer. En un texto periodístico, Escrito a mano, Guillermo Jaim Etcheverry, señala: “En la escritura cursiva, el hecho de que las letras estén unidas una a la otra por trazos permite que el pensamiento fluya con armonía de la mente a la hoja de papel. Al ligar las letras con la línea, quien escribe vincula los pensamientos traduciéndolos en palabras. Por su parte, el escribir con letras de imprenta, alternativa que se ha ido imponiendo, implica escindir lo que se piensa en letras, desguazarlo, anular el tiempo de la frase, interrumpir su ritmo y respiración”. Si eso pasa entre la caligrafía y la letra de imprenta, ¿escribir desde primaria en el ordenador será el acta de defunción de la escritura?, y, ¿cómo será el ser humano que se comunica por medio de mensajes yermos de ortografía, con prisa, incapaz de hilar ideas?

Las emociones no son corporales, viven en el alma y se despiertan cuando ésta se agita: Miedo, amor, ira, compasión, son algunas. Hay quienes distinguen entre sentimiento, emoción y pasión. Se dice que las emociones son más fuertes que los sentimientos y las pasiones más vigorosas que las emociones. No es trascendental su jerarquía. Lo trascendental es saber si el ser “posthumano” será diferente al de hoy, y si la capacidad de emocionarse por las palabras y por el sexo no conocido del bebé modificará nuestra alma.

Notas insomnes. Para aquellos que vivieron antes de la imprenta y de los correos electrónicos, ¿los seres humanos de hoy seríamos “posthumanos”?

Médico