Arnoldo Kraus

Europa: arte y refugiados

La Europa amante, creadora y preocupada por el arte es la misma responsable de la muerte de migrantes en un número indeterminado

12/06/2016 |01:14
Redacción El Universal
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Las intersecciones entre preservar y cuidar arte y atender o rechazar refugiados, parecerían, a vuelapluma, nulas. Sin embargo, si tiempo y espacio son testigos de ambos avatares, las distancias se acortan y dan pie a algunas reflexiones. El tiempo es ayer y hoy. El espacio es Europa. Entre ambos, la grandeza y la bajeza del ser humano.

Conmueve la pronta acción de los encargados de cuidar el acervo artístico de los museos de Orsay y Louvre. El temporal de lluvias —primera semana de junio— en París aumentó el caudal del Sena a 6.1 metros, y, de acuerdo a los expertos, si hubiese aumentado, las obras albergadas en los depósitos subterráneos quedarían a expensas del agua. El 70% de la colección del Louvre, aproximadamente 220 mil obras, se encuentra en zonas inundables. Ante la amenaza, la dirección del museo reunió al gabinete para sortear la crisis. 500 trabajadores se encargaron de remover las obras.

De acuerdo a simulacros llevados a cabo en 2015, se requieren por lo menos 72 horas para evacuar la mayor parte de las obras. Tanto el museo de Orsay como el Louvre cerraron sus puertas al público para agilizar el movimiento; muchos de los encargados de reguardar las colecciones son voluntarios, sin duda, amantes del arte. Tienen razón quienes consideran que el mundo sería peor sin cultura y sin arte. Aunque ni pintura ni escultura ni poesía ni música curan, todas son magnífico resguardo para el alma y casa atemporal del ser humano. El arte es un pequeño antídoto contra los latrocinios y la violencia generada por los seres humanos.

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En la misma Europa, y en la Francia de los grandes museos, decenas de miles de refugiados aguardan una oportunidad para retomar la vida y escapar de la muerte o de las vejaciones de sus países de origen. La inmensa mayoría espera la respuesta de algún país europeo antes de resignarse al destino y regresar a su país de origen. A diferencia de las aguas del Sena, las de los mares que separan África y Asia de Europa se han tragado muchas vidas. ¿Cuántas?: imposible saberlo. Las cifras publicadas tras los naufragios siempre serán inexactas. Ni los supervivientes saben cuántos fueron tragados por el mar ni las autoridades pueden aseverar si alguna barcaza fue devorada antes de ser captada por los radares ni los familiares de quienes apostaron por Europa conocen el destino final de sus seres cercanos.

A diferencia de los Van Goghs, de los Renoirs, o de los Monets, cuyos nombres, apellidos e historia son bien conocidos, los nombres de los náufragos suelen desconocerse. Desaparecido o innominado engloba a ese grupo. Innominado o desaparecido carece de registro. Seres humanos líquidos en el lenguaje de Zygmunt Bauman. Seres humanos desechables cuando se contrastan con el esmero puesto en acción por las direcciones de los museos. El Sena no se llevó entre sus caudales ni una obra de arte; los mares se han comido incontables seres humanos.

Encomiable es la labor y previsión de los directores de los museos. Ambos recintos construyen nuevos espacios para resguardar con comodidad su acervo cuando la naturaleza amenaza. Abominable la actitud europea ante la crisis de los refugiados; abominable por su corresponsabilidad en el pasado y presente de Eritrea, Afganistán, Libia y Siria; execrable por los pactos con Recep Erdogan, el sátrapa turco que recibe al unísono dinero europeo para detener el flujo de migrantes y matar kurdos y a quienes no aceptan su dictadura fanática.

Las fotografías parisinas muestran el aumento del nivel de las aguas del Sena y confirman el embate de la naturaleza: muelles, parques, calles, estatuas parcialmente cubiertas y personas caminando con el agua hasta las rodillas quedaron anegados. Cuerpos de niños rescatados del mar, barcazas a reventar, volteadas o devoradas por el mar y sepulcros sin nombre atestiguan las muertes de quienes abandonaron sus casas en busca de esperanza.

La Europa amante, creadora y preocupada por el arte es la misma Europa corresponsable de la mala historia de algunos países africanos y asiáticos y de la muerte de un número indeterminado de migrantes. Ambos fenómenos en las mismas tierras y al mismo tiempo. Afortunadamente, la esperanza nunca muere: Anne Hidalgo, la alcadesa de París, anunció, en contra de las pautas del gobierno francés, la construcción de un campo de acogida para los refugiados que llegan a la capital.

Notas insomnes. Europa, cuna de arte y cultura, corresponsable de los refugiados, Europa: civilización y olvido.

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