Arnoldo Kraus

Altruismo y religión

Fue Auguste Comte quien introdujo el término altruismo. Para él, el altruismo se opone al egoísmo; quien es benevolente se responsabiliza de otras personas; quien es egoísta, finca sus anhelos en su propia persona o en individuos allegados a su círculo íntimo

15/11/2015 |02:11
Redacción El Universal
Pendiente este autorVer perfil

Altruismo es un tema interesante. Más lo es en épocas de crisis económicas o políticas, o cuando ni el conocimiento ni la religión benefician a las mayorías, o cuando valores como justicia, libertad y ética son ignorados o vilipendiados. Si los científicos informan que niños no religiosos son más generosos que quienes comulgan con dictados divinos, reparar en el altruismo es indispensable. Menudo embrollo, inmenso reto para los religiosos.

Fue Auguste Comte quien introdujo el término altruismo. Para él, el altruismo se opone al egoísmo; quien es benevolente se responsabiliza de otras personas; quien es egoísta, finca sus anhelos en su propia persona o en individuos allegados a su círculo íntimo. En los diccionarios de ideas afines, abnegación, humanismo, generosidad, caritativo, misericordia, piedad y caridad, son términos emparentados con altruismo. La larga lista da cuenta de la trascendencia del acto y refuerza la idea del sociólogo francés. Para Comte, el altruismo nace de un interés personal. Quien lo ejerce vela por las inclinaciones de la comunidad; al cuidar a los otros se beneficia a sí mismo por el simple hecho de disminuir las distancias entre “quienes tienen” y “quienes no tienen”. Los altruistas son egoístas sui géneris. Magníficas ideas. Aunque se desconoce el origen del altruismo, de la resiliencia y de la empatía, esos valores se aprenden en la “casa temprana”: empieza en el útero y sigue en los años vitales de formación.

Si el énfasis religioso se inicia en el hogar y en la sinagoga o la Iglesia, ¿por qué asegura Jean Decety, neurocientífico y psicólogo de la Universidad de Chicago que “…los niños más altruistas vienen de familias ateas o no religiosas”. En noviembre, en la revista Current Biology, Decety y su grupo publicaron un artículo revelador, The Negative Association Between Religiousness and Children´s Altruism across the World (Asociación negativa entre religiosidad y el altruismo de los niños en el mundo). La idea de los científicos, tras evaluar la religiosidad de la casa, fue conocer la percepción de los padres acerca del altruismo, la empatía y la idea de justicia de sus hijos. La seriedad de la investigación radica en el número de niños estudiados —mil 170—, en su edad —entre 5 y 12 años—, y en la diversidad de la población: China, Canadá, Jordania, África del Sur, Estados Unidos y Turquía.

Newsletter
Recibe en tu correo las noticias más destacadas para viajar, trabajar y vivir en EU

Países distintos y religiones distintas refuerzan la credibilidad de los resultados. Los hallazgos fueron sorprendentes: a pesar de que los padres de casas religiosas aseguraban que sus vástagos tenían inclinaciones positivas por la benevolencia, el cuidado y la justicia, el resultado mostró lo contrario: sus hijos eran menos altruistas que los no religiosos y más punitivos. Decety y asociados concluyeron que “… los resultados revelan que la religión influencia negativamente en el altruismo de los niños, hallazgo que cuestiona la idea de que la religión facilita labores en favor de la sociedad”.

Decety es un autor conocido por sus estudios sobre empatía. Al opinar sobre sus hallazgos, comentó, “Es una fallo mental particularmente interesante: haciendo algo bueno, que ayuda a fortalecer nuestra propia imagen positiva, se desinhibe el comportamiento egoísta y por lo tanto somos más propensos a tomar decisiones inmorales”. De ser veraz su opinión —yo concuerdo con él—, es probable que quienes rezan por ellos y los suyos, al cumplir su cuota de benevolencia, dejan de interesarse por personas desconocidas. Otra hipótesis es la libertad con la que crecen los hijos de hogares ateos sin los dogmas impuestos por ideas religiosas. Mientras los primeros escogen, a los segundos les imponen creencias y les exigen “cómo ser”.

Urge repensar nuestros tiempos aciagos. Son demasiados los muertos en nombre de Dios, y pocas, o nulas, desde las religiones, las posibles soluciones para sanar al mundo. Me autoplagio: Enseñar en casa y durante los años de formación la trascendencia de la empatía, del altruismo y de la justicia podría mejorar la enfermedad que subsume al mundo y a su promotor, el ser humano.

Notas insomnes. Han pasado casi dos siglos desde que Comte dijo que el altruismo se opone al egoísmo. Las religiones han poblado la Tierra por los siglos de los siglos. Fomentar el altruismo en vez de acudir a las iglesias podría mejorar la condición humana.

Médico