Donald John Trump no es culpable de ser el engreído aspirante presidencial Donald Trump. Es lo que fue y es lo que es. No miente. Su ascenso como político es fruto, precisamente, de lo que ha sembrado, y lo que ahora dice, sin coto, sin filtros, sin ambages. Yermo de autocrítica habla y espeta ideas nauseabundas. El problema no es él. El problema es el pueblo estadounidense que lo aúpa y encumbra.

Gracias a sus peroratas, al apoyo de sus connacionales y a la debilidad de sus contrincantes, el empresario, escritor, presentador, productor, ejecutivo, político y atleta ha ascendido al primer lugar en las intenciones de voto como candidato republicano para la Presidencia de Estados Unidos. “Siempre hay un roto para un descosido” reza el refrán popular. Siempre hay un Trump para la población conservadora y ultra de nuestro norteño vecino.

Como se sabe, Trump vociferó contra los mexicanos. Su declaración, “los inmigrantes mexicanos son en su mayoría delincuentes y violadores”, incluye a todos los centroamericanos que huyen de la miseria y cruzan ilegalmente las mismas fronteras por donde lo hacen nuestros connacionales. Además, el showman, retrocede y se instala en la prepotencia estadounidense de los años setenta del siglo pasado al asegurar que obligará al gobierno de México a costear el muro diseñado para impedir el paso de ilegales a su país. Primer corolario: Trump lanza sus dardos contra los inmigrantes, recibidos y contratados ilegalmente por sus connacionales.

Donald no sólo arremete contra latinos. Al agredir y ejercer su misoginia hace días contra Hillary Clinton, su probable rival para las próximas elecciones, muestra su insensibilidad y su nula lectura de principios éticos. Ávido, como es, asesorado por su docta camarilla, Trump retuiteó lo que podría ser uno de los pilares de su campaña: “Si Hillary Clinton no puede satisfacer a su marido, ¿qué te hace pensar que puede satisfacer a América?”.

Retuitear tan execrable comentario no requiere lecturas entrelíneas: Trump coloca a las mujeres al servicio de los hombres. Durante el primer debate de los candidatos republicanos, Trump cargó de nuevo contra las mujeres al insinuar que la moderadora del debate, la periodista Megyn Kelly fue dura con él porque estaba menstruando: “Podías ver cómo le salía la sangre de sus ojos. Le salía sangre de su… donde sea”, comentó Trump al criticar las preguntas incisivas de la conductora. Segundo corolario: a pesar de las agresiones contra la población femenina, los dislates de Trump parecen no importarle al electorado estadounidense.

Trump triunfó en el primer debate de los candidatos republicanos a las primarias celebrado hace dos semanas; las encuestas lo colocan en el primer sitio con 24% de la intención de votos. Su rival más cercano, el tercer Bush (Jeb), obtuvo el 12% de la intención de votos. Ningún otro candidato supera el 8%. De acuerdo a los números, Trump se consolida como el favorito entre los candidatos republicanos. Tercer corolario: las ofertas y sandeces de Donald convencen y atraen a los votantes conservadores, tanto por su ideología como por la grisura e ineptitud de sus rivales.

El trumpismo gusta a buena parte de la población estadounidense. Dueño de una fortuna de 9 mil millones de dólares, Trump ha mostrado que su habilidad para conquistar a la población conservadora se sustenta, precisamente, en sus embestidas contra todo lo que no le parezca como son los inmigrantes, las mujeres, o el reciente tratado con Irán sobre el control nuclear. Recordemos sus comentarios cuando en febrero Alejandro González Iñárritu ganó cuatro premios Oscar por la película Birdman: “Los Oscar”, espetó Trump, “fueron una gran noche para México, y por qué no, si están destruyendo a EU más que a cualquier otro país”.

Donald Trump es lo que fue y es lo que es. No miente. Lo que asombra, aunque no tanto, es el apoyo que ha recibido de buena parte de sus connacionales.

Notas insomnes. ¿Qué hará el trumpismo —el arte de Trump de perorar sandeces y ganar votos— con problemas como lo sucedido hace unos días en Ferguson, donde hubo heridos en las manifestaciones para conmemorar el primer aniversario del asesinato de un joven negro desarmado?

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