¿Cuál sería la importancia de preguntarnos y preocuparnos por los resultados electorales en Países Bajos? Un país que internacionalmente, a partir de la segunda mitad del siglo XX, no se ha distinguido en las esferas de “alta política” y sí, más bien, en términos del soft power de cooperación internacional, multilateralismo y europeísmo.

Precisamente es en esta esfera del europeísmo donde los resultados de este miércoles cobran relevancia. Después del annus horribilis que resultó 2016 para la democracia electoral con los triunfos de Donald Trump y el Brexit, las elecciones al Parlamento neerlandés pueden presentarse como el primer golpe contra la ultraderecha en Europa.

Una ultraderecha que no sólo descansa en el discurso xenófobo-racista-islamofóbico, sino que también cuestiona los avances y políticas del proceso de integración europeo. Sin embargo, el país de los tulipanes ha dado muestras anteriores de este movimiento radical. Basta recordar la aparición del controvertido Pim Fortuyn, fundador del partido islamofóbico y asesinado en mayo de 2002; y el rechazo en referéndum al proyecto de Constitución Europea en 2005.

A casi dos meses de la llegada a la Casa Blanca de Trump, ¿podemos hablar de que los partidos extremistas se han fortalecido en Europa? Sin lugar a duda, el triunfo de Trump representó para las organizaciones políticas lideradas por Geert Wilders (Países Bajos), Marie Le Pen (Francia), Viktor Orban (Hungría) y todos aquellos que se autoproclaman fuera del “establishment” de Bruselas, precisamente la basa de presentarse como los únicos capaces de rescatar a las sociedades nacionales frente a las amenazas externas, sean de tipo religioso (frente al Islam), racial (frente a los inmigrantes en general), o económico-comercial (frente a la Unión Europea como reflejo de la globalización).

Pero también hay algo que en Europa ha demostrado la llegada de Trump: el rechazo a las políticas que el presidente estadounidense ha tomado como primeras medidas podrían pasar factura a los partidos extremistas, como parece que lo demuestran los resultados a pie de urna que otorgan al partido de Wilders solamente 19 escaños, incluso tal vez superado por los liberales de izquierda y los democristianos, después de que algunas encuestas lo colocaban a la par del partido del actual Primer Ministro y vencedor. De igual forma, en estas elecciones holandesas la participación que ha aumentado (poco más del 80 % del electorado, la más alta desde 1986) puede ser un reflejo de que el populismo utilizado en las campañas tiene una primera forma de contrarrestarse.

Sin embargo, Europa también puede reconocer que los resultados de este miércoles en Países Bajose apuntan a la dispersión del voto y, por lo tanto, a una necesaria coalición de al menos cuatro partidos para gobernar, y que las sociedades aún están a la espera de respuestas reales frente a los desafíos que han servido de caldo de cultivo para los partidos extremistas. Respuestas que, atendiendo a la heterogeneidad de los votos presentes en Binnenhof, deberían tener como sustento el lema europeo —“Unidos en la diversidad”— para asegurar que en un mundo como el de hoy la Unión Europea tiene futuro.

Internacionalista por la UNAM y Maestro por la Universidad Autónoma de Barcelona especialista en Integración Europeaagarciag@comunidad.unam.mx

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