Antonio Rosas-Landa

Trump, cosechando lo que siembra

La Universidad de Illinois en Chicago, donde se atacaron seguidores y opositores de Donald Trump, tiene una de las poblaciones escolares más diversas del país; se sabía que era una mala idea tener un evento del precandidato republicano en ese recinto

13/03/2016 |02:16
Redacción El Universal
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Chicago, Illinois.— En zafarrancho terminó un evento de campaña de Donald Trump en el Pavilion de la Universidad de Illinois en Chicago (UIC). Las imágenes de gritos e insultos entre sus simpatizantes y opositores dieron la vuelta al mundo. No cabe duda que Trump está cosechando lo que ha sembrado.

El evento del 11 de marzo en UIC tuvo como sede una universidad con una de las poblaciones escolares más diversas del país. Antes de los golpes y empujones se sabía que era una mala idea tener un evento del precandidato republicano en ese recinto. Se anunciaron protestas, había gran presencia policiaca y todo el mundo esperaba el siguiente número del circo en que se ha convertido la democracia estadounidense.

Antes de seguir quiero aclarar que Donald Trump es muy astuto para manipular a los medios de comunicación. En cada conversación electoral inserta a su persona, aunque sea diciendo alguna de las barbaridades que lo caracterizan.

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No sería raro, por lo tanto, que el plan en Chicago haya considerado el cálculo de las protestas en su contra. Eso le daría la dominación de la cobertura de televisión durante el fin de semana previo a las elecciones primarias del 15 de marzo —que pueden definir al candidato republicano— en Florida, Ohio, Illinois, Missouri y Carolina del Norte. No obstante, la manipulación de Trump se estrelló al salirse de control el enfrentamiento en UIC.

Trump culpa a “grupos radicales” de arrebatarle el derecho de expresarse en Chicago al cancelar su discurso. En parte, tiene razón. A pesar del profundo desprecio que siento por este individuo, es lamentable que las tensiones coarten el derecho de una persona a expresarse o de un grupo a reunirse en asamblea pacífica.

Reventar el discurso de Trump en Chicago no lo detendrá porque no diseminó su retórica de polarización. Pero sí pudo causar una grieta en su estrategia que puede marcar un antes y un después.

EU es la democracia más antigua y estable del planeta. En textos anteriores he detallado cómo las diferencias políticas se abordan —casi siempre— con gran civilidad y respeto. El sabotaje de discursos públicos donde se enfrentan grupos opuestos no es característico de esta nación. Al menos hasta que llegó el envenenamiento de Donald Trump.

La lección de UIC es que el discurso de odio de Trump y la continua victimización que hace de sus simpatizantes han llevado a EU a una categoría de república bananera. Ahora los estadounidenses nos catalogamos no como demócratas, republicanos o independientes, sino entre ciudadanos pro o antiTrump.

No dudo que Donald Trump aprovechará que los canales de televisión pongan al aire cómo un grupo de personas lo privaron de su derecho de expresión y asamblea. Se victimizará y motivará la movilización de sus simpatizantes en las primarias del 15 de marzo.

Este cálculo que puede dar un beneficio inmediato, también puede convertirse en su talón de Aquiles. Hoy, los estadounidenses que ven con disgusto el enorme retroceso cívico que este hombre ha provocado son testigos de la facilidad con la que se transita de una retórica incendiaria a las flamas reales de la violencia y el enfrentamiento.

Parafraseando a mi admirado Arturo Sarukhán, la flatulencia verbal de Trump dio la primera evidencia gráfica de cómo luce esta nación arrastrada por la polarización a la que nos ha conducido. Y esta visión de un futuro oscuro puede ser la contribución de Chicago para que la nación detenga el avance electoral de Donald Trump.

Periodista.

Arosaslandam@gmail.com