Chicago, Illinois.— Hillary Clinton fue la triunfadora del primer debate presidencial. Todos los sondeos de opinión serios le dieron la victoria por un amplio margen. ¿Esto quiere decir que Donald Trump está acabado? No, aún no hay que cantar victoria.

Los estudios de opinión que promedian las preferencias electorales a nivel nacional dan una ventaja de sólo dos puntos porcentuales a la demócrata, pero no hay que olvidar que la elección del Ejecutivo en este país es indirecta, a través de un colegio electoral.

Cada estado elige a un número determinado de delegados que, en teoría, representan el peso demográfico de esa entidad. Y estos delegados son los que dan el voto final por el candidato triunfador estado por estado.

Con esta configuración, las rutas que Clinton tiene para ganar la Casa Blanca son varias y flexibles. Trump la tiene más difícil pero ha acortado la distancia en estados donde Clinton tenía una delantera holgada.

La ventaja demócrata en Pennsylvania se ha reducido de 6 a 2 puntos, según The New York Times y USA Today. Georgia, que estaba en un empate técnico, ya se inclina hacia Trump con 4.5 puntos, y en Wisconsin, donde los republicanos tenían una desventaja de más de 10 puntos, ahora se ha reducido a sólo 2.4.

A cinco semanas de la elección la carrera se sigue cerrando y es probable que así continúe. Incluso, si Trump pierde varios estados que aportan un número alto de delegados el resultado puede ser engañoso. Es decir, el candidato que gana una entidad se lleva todos los delegados, dando la impresión que avasalló en un estado cuando el resultado pudo ser muy cerrado.

Esto me lleva a concluir que la triste realidad es que Estados Unidos está lleno de gente a la que no le importan las barbaridades que Trump dice y hace, sólo quieren cambiar a los políticos tradicionales, aún sea con alguien tan impresentable como el republicano.

Los acólitos trumpistas rechazan la evidencia como lo hacen los fanáticos religiosos, no habrá nada ni nadie que los haga cambiar de parecer. Por ello, el secreto para ganar la elección está en que los independientes concluyan que no pueden entregarle el voto al republicano y que las minorías salgan a votar.

Quedan dos debates presidenciales, el 9 y el 19 de octubre, y uno entre los aspirantes a la vicepresidencia el 4 de octubre. Trump sabe que perdió la primera partida y seguramente vendrá listo para jugar sucio, arrojando todo el lodo que pueda a su rival. Este es un hombre sin escrúpulos ni límites y así es como debemos esperar su desempeño en lo que resta de la campaña.

Desde que adquirí el derecho a votar en este país he sufragado por candidatos republicanos y demócratas, no estoy afiliado a ningún partido político y ejerzo el voto con mente independiente. Pero en esta elección todos aquellos con sentido común y conciencia deben estar claros del peligro que representa Trump.

Una posible presidencia de Trump será una pesadilla y México un sujeto que continuará usando como chivo expiatorio para agitar el populismo ramplón. Por eso, es tiempo de comunicarse con los amigos y familiares que residen en Estados Unidos que pueden votar y demandarles que participen.

Nadie debe quedarse en casa pensando que su voto no importa, recuerden que la diferencia en algunos estados es muy pequeña. Hoy por hoy votar en contra de Donald Trump es votar a favor del mundo, como es votar para evitar más daño y dolor a México.

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