En los últimos meses, México ha perdido a dos de sus hombres más importantes de las últimas décadas, Lorenzo Servitje y Rodolfo Stavenhagen. Ambos con una vida y trayectoria que tuvo un impacto enorme dentro y fuera de México.

Estos dos grandes hombres no podían haber sido más diferentes, a primera vista. Servitje fue un empresario y emprendedor, quien fundó y dirigió Grupo Bimbo, hoy la empresa de panadería más grande del mundo. Un hombre católico y conservador, fue en cierto sentido la antítesis de Stavenhagen, un intelectual de izquierda, profesor emérito de El Colegio de México y fundador y presidente de la Academia Mexicana de Derechos Humanos.

Pero en otro sentido, los dos eran hombres muy parecidos y constructores de lo mejor del México de hoy. Partiendo de su fe, Servitje, hijo de inmigrantes catalanes, se volvió y fue la conciencia de la comunidad empresarial mexicana y uno de los filántropos más visibles del país. Mantuvo un compromiso especial con las comunidades rurales que surtían los granos que eran la base de su negocio, reconociendo que simplemente comprarles su producto no era suficiente para generar desarrollo en los lugares más marginados del país. También impartió a su empresa una cultura institucional familiar e igualitaria muy distinta a la que es común en la mayoría de las grandes empresas.

Cuando inició el Premio Woodrow Wilson de Servicio Empresarial en México, en 2004, el consenso del comité de selección fue de darle a Lorenzo Servitje el primer premio, justo por el rol crucial que había jugado en acercar a la comunidad empresarial mexicana a temas sociales.

Rodolfo Stavenhagen, quien llegó a México como niño en una familia alemana huyendo de la persecución nazi, siguió otro camino, estudiando un doctorado en París, volviéndose un académico reconocido a nivel internacional, director adjunto de la UNESCO en Ginebra y de los fundadores de FLACSO. Como Servitje, él compartía una preocupación permanente por las comunidades rurales de México, y produjo muchos de los trabajos de investigación más importantes sobre los campesinos latinoamericanos. A principios de los 80 fundó la Academia Mexicana de Derechos Humanos, reuniendo a voces de intelectuales importantes de México para poner la democracia y los derechos humanos en la agenda pública. La Academia se volvió semillero de otros esfuerzos a favor de los derechos humanos en México y Latinoamérica y del movimiento de apertura democrática en el país.

Stavenhagen fue de los primeros intelectuales en reconocer las demandas de los pueblos indígenas en América Latina para un reconocimiento de sus tradiciones y formas de organización, y en los años 90 escribió varios de los ensayos más contundentes que buscaban explicar cómo compatibilizar los derechos individuales con los derechos colectivos de pueblos originarios. En 2001 fue nombrado el primer Relator Especial de la ONU para los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas, un rol que le permitió acompañar a muchas organizaciones alrededor del mundo en sus demandas por el reconocimiento y respeto. Stavenhagen nunca fue un hombre de izquierda dogmática, sino que vivió en el dialogo constante con las comunidades rurales e indígenas que intentaba entender y a quienes quería coadyuvar a darles voz.

Estos dos hombres, sin duda, destacados cada uno en su campo profesional, Servitje como empresario y Stavenhagen como académico, tuvieron un compromiso mucho más allá de lo profesional, extendiéndose a esfuerzos por transformar la sociedad en que vivían. Si bien partían de ideologías diferentes, ninguno de los dos creía ser dueño de una verdad única, sino alguien que tenía que sumarse con otros para construir un México mejor. Eran, además, hombres muy humanos en su trato, generosos y respetuosos con quienes menos tenían y con los jóvenes que buscaban acercarse a aprender de ellos.

Dieron ejemplo de lo importante de entender a los demás y de luchar por mejorar el entorno social de los que menos tienen para tener un país mejor para todos. Desde sus diferentes visiones lograron impactar y demostraron que los hombres de principios y ética son los que este mundo necesita. A ambos los vamos todos a extrañar.

Vicepresidente ejecutivo del Centro Woodrow Wilson

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