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Cuando era niña, mis paseos a la aún bella reserva natural de La Marquesa, en el municipio de Ocoyoacac, Estado de México, incluían el asombro de encontrar riachuelos a mis pies y la diversión de brincarlos. Un deleite que mis hijos ya no pudieron tener, porque simplemente ya no existen.
En aras del desarrollo que muchas veces va acompañado de ignorancia, desorden y corrupción, en el mundo hemos perdido espacios como ése y las tendencias son alarmantes porque hoy el riesgo que en materia ambiental vive nuestro planeta, atenta contra nuestra propia especie.La pregunta es ¿qué esperamos para tomar medidas mucho más contundentes en lo personal, social e institucional, si sabemos que este planeta es el único lugar que tenemos para vivir? Porque además de riachuelos, hoy perdemos tiempo y calidad de vida en medio del tránsito vehicular y la contaminación que es ocasionada no solo por éste, sino por muchas actividades humanas que carecen de una regulación adecuada y cuando la tienen, se ignoran, cobijadas por la impunidad.
El asombro que provocó la declaración de contingencia ambiental del 16 de marzo de 1992 con un registro de 398 puntos en los niveles de ozono del Índice Metropolitano de la Calidad del Aire (Imeca), parece haber quedado en el olvido ante la activación de la Fase I puesta en marcha durante diez días —seis consecutivos— del mes pasado en la zona metropolitana más grande y transitada del país.
Acciones como la suspensión de clases en más de dos mil planteles de educación básica y restricciones en la operación de más de 200 empresas, acompañaron la declaración de aquella primera contingencia ambiental.
El concentrado histórico sobre la Activación del Programa para Contingencias Ambientales Atmosféricas en la ZMVM Contingencias (Fase I y Fase II) registra, desde febrero de 1988 a la fecha, la activación de 57 contingencias causadas por ozono y cinco por partículas suspendidas del tipo PM10, consideradas las más dañinas para la salud humana.
Cabe precisar que fue a partir de mayo de 1998 que se estableció el criterio de 240 puntos de ozono como límite máximo para la activación de contingencia. En abril del año pasado se redujo el valor de activación de 180 a 150 puntos IMECA para activar la Fase 1 y 200 puntos para la Fase 2, y se eliminó la fase de precontingencia ambiental.
A diferencia de hace 25 años, hoy tenemos un fenómeno que ha agudizado las condiciones para la dispersión de contaminantes y la desfavorable calidad del aire: el cambio climático, cuyos efectos en nuestro país se han registrado no solo por causas naturales, sino por las actividades humanas.
Es momento de dejar a un lado la indignación y promover la acción, de ponderar la responsabilidad por encima de la popularidad y de entender que cada uno de nosotros puede actuar en lo cotidiano, en lo pequeño, para que se traduzca en lo grande y de manera sostenida.
Los retos no son menores. Pero si tomamos conciencia que somos la última generación responsable de garantizar a nuestros hijos el mismo derecho de disfrutar un medio ambiente, no solo sano, sino propicio para un desarrollo sostenible; es imperativo invertir en una movilidad que promueva el uso de transporte público en forma segura, eficiente y suficiente.
Secretaria de Educación en el Estado
de México. @AnaLiliaHerrera