“Caminar por la ciudad se volvió una hazaña, sobre todo cuando teníamos que sacar a la abuela a la calle, ya que ella solo podía hacerlo al utilizar silla de ruedas. Pero ello significaba un riesgo muy grande porque teníamos la necesidad de llevarla por el arroyo vehicular, o bien por las banquetas, las cuales estaban muy dañadas: sin rampas de acceso, o si las había estaban bloqueadas por un vehículo mal estacionado. Así que un buen día decidimos ya no salir”.

Se trata del relato de una ciudadana cuya pequeña historia seguramente comparten millones de habitantes en muchas ciudades del mundo y que se replica aún sin la silla de ruedas, pues a la falta de infraestructura y de mantenimiento, hay que añadir la inexistente cultura de respeto hacia los peatones no sólo de los ciudadanos, sino de las autoridades a la hora de planear, ¡o no!, las zonas urbanas.

La Conferencia de Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible, Hábitat III, que reunió en octubre pasado a representantes de 142 países en Quito, Ecuador, definió los parámetros para la adopción de una Nueva Agenda Urbana que incluye entre sus aspectos prioritarios el replanteamiento de la planificación, la administración y las acciones para el bienestar de los ciudadanos, empezando por las calles.

Hoy somos testigos presenciales de que el acelerado proceso de urbanización de los últimos 25 años y el flujo migratorio y de intercambio que tenemos entre ciudades y zonas conurbadas, se ha traducido para miles de personas en una pesadilla cotidiana por la batalla diaria que se libra sobre el espacio público, acceso a vivienda, servicios básicos, el transporte, la movilidad, la accesibilidad y, ¿por qué no decirlo?, la contaminación y sus efectos en la salud.

No es tarde para entender que nuestras decisiones tienen que ir siempre de la mano con la sustentabilidad y orientadas a beneficiar a las mayorías, no a unos cuantos.

México, a través de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) tiene ya una propuesta estratégica que toma en cuenta una visión integral en el diseño y construcción de calles, bulevares y avenidas para responder no sólo a los requerimientos del flujo vehicular, sino que pone en el centro de atención a los peatones.

Se trata del Manual de Calles, elaborado con la colaboración del Banco Interamericano de Desarrollo en México (BID), cuyos objetivos son ofrecer recomendaciones técnicas para que las vialidades mexicanas sean seguras, eficientes, incluyentes y de calidad; y con ello, hacer efectivo el acceso al Derecho a la ciudad en un marco del cuidado al medio ambiente.

Se pretende que ese manual se convierta en una Norma Oficial Mexicana para estructurar adecuadamente las vialidades primarias en todo el país, por lo que se propondrá a los gobiernos municipales.

Hacer realidad los principios de accesibilidad para peatones, ofrecer seguridad, inclusión y una adecuada conectividad de nuestras calles es una tarea que exige voluntad y compromiso para la construcción de políticas públicas que tiendan a recuperar la esencia de nuestras ciudades como impulsoras de un crecimiento eficaz para el desarrollo.

Así pues, el próximo mes conoceremos el resultado de la suma de esfuerzos entre autoridades gubernamentales, organismos internacionales, expertos, académicos y la sociedad civil; que permitirá la planeación y estructura de nuestras calles como espacios de convivencia armónica y segura, como intento acertado para resarcir los efectos negativos del crecimiento desordenado.

Secretaria de Educación en el Estado
de México. @AnaLiliaHerrera

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