Ya era hora. En pleno siglo XXI, por primera vez el Congreso mexicano tendrá facultades para legislar en materia metropolitana: la denominada reforma política de la Ciudad de México modificó el artículo 122 constitucional, para crear la normatividad que regule seguridad pública, asentamientos humanos; preservación y restauración del equilibrio ecológico; tránsito; agua potable y drenaje; recolección, tratamiento y disposición de desechos sólidos, y subrayadamente la protección del medio ambiente y del transporte.

La creación de un Consejo de Desarrollo Metropolitano comprenderá acciones de coordinación para la operación y funcionamiento de obras y servicios públicos de alcance metropolitano. Si queremos que la multicitada reforma sirva realmente a la gente, esta es la oportunidad para encontrar soluciones en materia de movilidad.

Hace apenas 10 días, millones que transitamos en la zona metropolitana más poblada del país, conocimos la intención de la Comisión Ambiental de la Megalópolis de realizar nuevos ajustes al programa Hoy No Circula, con el propósito de cambiar los límites bajo los cuales se entregan los hologramas que permiten la circulación diaria.

Tal decisión parte de reconocer que ni el fallo de nuestro máximo tribunal ni un nuevo reglamento para el tránsito vehicular, han resuelto el ya grave problema de contaminación en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM).

La flexibilización del “Hoy no circula” literalmente echó a la calle más de 600 mil vehículos que obtuvieron un holograma “cero” para circular diario, pero también está registrando impactos negativos en la salud derivados de la contaminación ambiental.

Con base en información de PROAIRE el transporte -particular, público y de carga- es la principal fuente de contaminación ambiental de la ZMVM, ya que emite 30 por ciento de los gases tóxicos.


Académicos del Instituto de Ciencias Atmosféricas de la UNAM advirtieron recientemente que pese a las repetidas alertas de pre-contingencia ambiental, los niveles de contaminantes no han disminuido en el aire de la Ciudad de México, y que el elevado  parque vehicular de la capital y las condiciones meteorológicas adversas son responsables de este fenómeno.

Por si eso no fuera suficiente, la Organización Mundial de la Salud ha señalado que alrededor de 20 mil muertes al año en México están asociadas a la contaminación del aire, mientras que el INEGI estima que “el impacto económico asociado a problemas de la calidad del aire es de 3.5 por ciento del Producto Interno Bruto del país.

El investigador Ricardo Torres Jardón, integrante del departamento de Físico-Química Atmosférica, dijo que el programa “Hoy no circula” empujó a los capitalinos a comprar automóviles nuevos y menos contaminantes; mas no resolvió el problema de fondo, que es la dimensión del parque vehicular de la Ciudad de México: según el experto, circularían entre 4 y 5 millones de carros en la capital.

Otro testimonio documentado es de Agustín García, investigador del Centro de Estudios Atmosféricos de la UNAM, quien afirma que durante la última década, los niveles de contaminación en el Valle de México no han descendido e inclusive desde 2015 se reportó un ligero incremento de contaminantes.

El experto señala que entre 50 y 100 personas pueden llegar a generar cáncer  cada año en la Ciudad de México por estar expuestos a las condiciones ambientales de tóxicos atmosféricos, además de que los efectos principales que presentan quienes son expuestos a la constante contaminación están las dificultades para respirar e incluso sintomatología similar a la del asma.

Esta situación ya no aguanta diagnósticos. Requerimos soluciones de largo alcance que antepongan el interés colectivo de millones.

Así como confluyeron los esfuerzos y la voluntad política para el programa de verificación vehicular, deben confluir los recursos y la voluntad para crear transporte público masivo menos contaminante, pero también eficiente y seguro.

La Constitución de la Ciudad de México deberá sentar las bases para lo que se ha convertido en uno de los principales atentados contra la calidad de vida de esta zona metropolitana, pues además limita el tiempo en familia y la productividad.

La complejidad del tema exige atención de los tres ámbitos de gobierno, pues lleva intrínseco el propósito de hacer efectivo el derecho humano a la movilidad, pero ésta debe procurarse en función del origen-destino de los pasajeros y no de los límites políticos en el territorio que conforma la Zona Metropolitana del Valle de México.

Senadora por el Estado de México

@AnaLiliaHerrera

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