Las recientes emergencias atmosféricas en el Valle de México pusieron en el centro de la atención social y gubernamental la calidad del aire, como el más relevante de los problemas ambientales en nuestra ciudad.

Lamentablemente no es el único. Con una importancia casi equiparable o mayor a la del aire, deberíamos preguntarnos, ¿qué hay de la calidad del agua en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) y en el resto del país?

De acuerdo con la investigación Agenda del agua. Pendientes nacionales del agua de la Academia Mexicana de Ciencias, entre la población se percibe al recurso hídrico como menos fundamental que la contaminación, a pesar de que sólo 24% del volumen de agua en el país es de excelente calidad, que 10% está fuertemente contaminada y que el porcentaje de población en riesgo sanitario, debido al consumo, es de 23% en todo el territorio nacional.

El mismo estudio señala que la calidad del vital líquido en los estados de Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Tabasco y Chiapas, está asociada a un riesgo sanitario por encima de la media nacional, ubicándose como el primer problema ambiental que afecta a las familias de esa región.

En la Encuesta Nacional de Medio Ambiente realizada para el estudio de la UNAM Los mexicanos vistos por sí mismos. La dimensión ambiental en los albores del siglo XXI, el problema que más afecta a las familias de las ciudades en materia de agua es, en orden decreciente: la basura, la sobreexplotación de los recursos naturales, la contaminación por químicos y pesticidas, la escasez, el cambio climático y el uso de transgénicos.

No es casual que la disponibilidad media de agua más baja por habitante al año del país está en el Valle de México, con 186 metros cúbicos por habitante, cuando en la frontera sur es de 24 mil metros cúbicos por habitante. Contrastante, ¿verdad?

Datos de la especialista Nuria Merce Ortega refieren que sólo la extracción de agua para esta zona metropolitana “es de 2 mil 922 hectómetros cúbicos al año, lo que significa que se está rebasando la disponibilidad natural de la cuenca en un 173%. Para la ONU, una presión fuerte sobre los acuíferos es igual a una explotación mayor a 40% de las capacidades naturales del cuerpo hídrico”.

Sin ser expertos, todos en la ZMVM sentimos los efectos de la crisis ambiental, además de la densidad poblacional, la pérdida de productividad derivada de las horas-persona de los complicados traslados en vehículo, la falta de abastecimiento de servicios, y las deficiencias en la movilidad.

¿Qué más esperamos para reorientar el crecimiento urbano y romper los paradigmas de inversión en nuestras ciudades? Los recursos siempre son insuficientes, pero orientados al beneficio de las mayorías pueden empezar a transformar nuestra realidad. El viejo discurso de hacer más con menos, sólo deja crecer los problemas y posterga soluciones de fondo.

De ahí la importancia de los trabajos que se realizan hacia la Conferencia Mundial Hábitat III de la ONU, que se llevará a cabo en octubre de este año, en la ciudad de Quito, Ecuador.

Se trata de la primera conferencia mundial que se celebrará después de la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, cuyo propósito  será encontrar la fórmula para planificar y gestionar ciudades que cumplan su papel como motores del desarrollo sin demérito de la sustentabilidad.

La realidad de la urbanización desordenada ya nos rebasó. Las ciudades y asentamientos humanos donde vivirán nuestros hijos nos exigen una visión responsable, integral y globalizada para que puedan gozar cabalmente de un derecho humano social y equitativo como el derecho a la ciudad.

Senadora por el Estado de México

@AnaLiliaHerrera

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