El desarrollo de fuentes de energía sustentable dejó de ser para muchos gobiernos del mundo una estrategia y pasó a ser una obligación. México no es la excepción.

Consolidar una transición hacia fuentes de energía limpias y renovables y cumplir el compromiso del titular del Ejecutivo federal en la Cumbre Mundial de la Energía del Futuro 2016, realizada en Abu Dhabi para asegurar un régimen climático sin frenar el desarrollo económico y social, pasa necesariamente por los temas de inversión, tecnología y, desde luego, capacitación y formación de recursos humanos altamente especializados.

México reformó su marco regulatorio para que en 2024 el sistema eléctrico funcione con al menos 35% de energías limpias y el porcentaje aumente a 50% para el año 2050. Hoy esta proporción es de 21%.

¿En dónde estamos?

Según el informe del Consejo Mundial de la Energía (WEC–World Energy Council) que evalúa la sustentabilidad energética mundial de 129 países, coloca a Suiza en el primer lugar, con la generación del 55.5% de energía sustentable, seguida de Dinamarca, Suecia, Austria, Reino Unido, Canadá, Noruega, Nueva Zelanda, España y Francia.

En la COP21 México adoptó la declaración conjunta de la iniciativa Mission Innovation, comprometiéndose a duplicar sus inversiones e investigación en energías limpias en un periodo de 5 años.

Hoy nuestro sistema eléctrico funciona con fuentes limpias que incluyen la sustitución de focos y electrodomésticos de uso eficiente de energía, así como el otorgamiento de ecocréditos.

El impulso al programa de sustentabilidad energética en las ciudades, se realiza mediante el aprovechamiento sustentable de la energía en alumbrado público, bombeo de agua y edificaciones.

Los retos no son menores, porque somos la última generación responsable de garantizar a nuestros hijos el mismo derecho de disfrutar un medio ambiente, no sólo sano, sino propicio para el desarrollo, en la misma proporción que lo hemos hecho nosotros y las generaciones que nos han antecedido, superando la llamada “huella de carbono”.

De acuerdo con información de la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de Energía (Conuee), si se quiere conocer el origen de las emisiones relacionadas con el cambio climático, a nivel internacional, se elaboran y actualizan inventarios de gases de efecto invernadero que pueden incluir dióxido de carbono, metano u óxido nitroso, entre otros gases, que contribuyen al calentamiento global.

La “huella de carbono” describe la cantidad de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) causados directa o indirectamente por una organización, producto o evento, a lo largo de su ciclo de vida. Esta medición es el primer paso para conocer las emisiones que se generan y empezar a reducirlas de una manera efectiva.

En los últimos 3 años, México ha invertido 150 millones de dólares en la creación de los Centros Mexicanos de Innovación en Energía, orientados al desarrollo e investigación aplicada en los sectores solar, eólico y geotermia, así como en el de bioenergéticos y fuerzas del océano.

Solo como referencia, vale señalar que las inversiones totales en energías limpias en todo el mundo el año pasado fueron de 329 mil millones de dólares, siendo la región de Asia–Pacífico la que se llevó más de la mitad de esa inversión, según Bloomberg New Energy Finance (BNEF), manteniéndose China como el mayor inversor, con 111 mil millones de dólares.

El tamaño del reto es grande, pero se han dado pasos firmes en los ámbitos jurídico, tecnológico y de innovación, para evitar que nuestra aportación a las generaciones que ya están aquí sea la “huella de carbono”.

Nota. Mucho éxito a la primera generación del Diplomado en Aprovechamiento de Energías Sustentables que inicia mañana, organizado por la Conuee, la UAEM y el Grupo Mexicano de Parlamentarios para el Hábitat y un reconocimiento especial al gobernador Eruviel Ávila por su impulso y apoyo al proyecto.

Senadora por el Estado de México

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