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Una vez pasado el proceso electoral en Estados Unidos, la preocupación latente y fundada entre miles de mexicanos que residen en aquel territorio es el tratamiento migratorio que recibirán ante las amenazas de deportación de millones de personas que viven de forma ilegal en ese país.
En contraste, pero sobre todo congruente con la posición ante la Asamblea de las Naciones Unidas, México ha asumido no sólo una actitud incluyente, sino humanitaria en la atención a migrantes.
En días pasados conocimos la llegada masiva de cerca de cuatro mil 500 migrantes provenientes de Haití y de África a las ciudades fronterizas de Tijuana y Mexicali, quienes solicitaron asilo humanitario mientras esperan pasar hacia Estados Unidos.
El Consejo Nacional de Población reporta que el número de africanos y haitianos que deciden permanecer en México o solicitar el refugio en nuestro país es muy bajo. En 2015, por ejemplo, se registraron alrededor de dos mil personas nacidas en África residiendo en México y se reconoció a 142 refugiados africanos.
La situación actual en Tijuana y Mexicali registra un aumento sin precedentes de 500 por ciento, ante lo que el gobierno mexicano ha centrado sus acciones en coordinación con organizaciones civiles para asegurarles en lo inmediato alimentación, hospedaje y condiciones adecuadas de salud.
Esa atención, hay que decirlo, será por tiempo indefinido mientras no haya una resolución definitiva de la política migratoria hacia ellos por parte del gobierno saliente-entrante de Estados Unidos.
Con perspectiva humanitaria México ha sido claro en una decisión contundente: no repatriarlos.
El otro lado de este fenómeno migratorio y no menos importante es que las autoridades mexicanas en materia migratoria no han tenido respuesta de las representaciones consulares sobre la identidad de los migrantes. Si bien en México hay embajada de Haití, la obtención de datos es nula o escasa y muy lenta, situación que se torna aún más compleja en el caso de los africanos.
A su llegada a territorio nacional, las autoridades mexicanas les entregan un documento para que puedan desplazarse libremente hacia la frontera con EU, donde aguardarán ser aceptados como refugiados.
Se trata de 3 mil dos hombres adultos, mil 234 mujeres y 321 menores de edad; todos carecen de algún documento de identidad que otorgue certeza sobre quiénes son.
Para la profesora-investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM y experta en migración internacional Cecilia Imaz Bayona, en los últimos años México se ha abierto a la idea de ver a la migración no como amenaza, sino como oportunidad. Los migrantes dan, aportan, asegura.
En razón de la firme decisión de México para velar por los derechos, el bienestar e intereses de los connacionales en el extranjero, es oportuno reconocer que nuestro país ha dado pasos importantes a través del Registro Civil para ser más eficaz en la materia, pero también para fortalecer la coordinación y priorización de los gobiernos municipales, estatales y federal, e insistir en las implicaciones sociales y jurídicas de los miles de mexicanos nacidos en territorio nacional que aún no cuentan con un documento de identidad, aun cuando se trata de un derecho consagrado en la Constitución.
Secretaria de Educación Estado de México.
@AnaLiliaHerrera