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Carly Fiorina surgió del último debate republicano como una candidata viable para la nominación presidencial. ¿Qué tiene ella a su favor? Sabe comunicar de manera eficaz, es conservadora, mas no radical, y es alguien que proviene de fuera del entorno político tradicional, un atributo que la base del Partido Republicano parece estar buscando.
En una caballada tan flaca, uno podría argumentar que destacar como una persona mínimamente preparada no es tan difícil, pero tiene su chiste ser la única mujer en un foro de machos trajeados. Logró darle una bofetada con guante blanco a Donald Trump y se ganó el aplauso de todas las mujeres, sea del partido que sea. Además, ella no contestó a las preguntas plasmadas en el debate con vaguedades, sino con propuestas concretas. Fiorina siempre ha trabajado en el sector privado y fue la primera mujer CEO de una empresa Fortune 100, Hew-lett-Packard. Sin embargo, su desempeño como líder empresarial tuvo tropiezos, y tiene cero experiencia en la administración pública, lo cual será una debilidad conforme avance la contienda.
Hagamos un recuento rápido de las opciones para los republicanos, sin perdernos en las encuestas, las cuales son muy volubles todavía. Las candidaturas de Mike Huckabee y Ted Cruz simplemente no son viables. Los dos son tan extremistas que no podrían ganar la presidencia y la mayoría de los republicanos lo saben. Carson no tiene ni el conocimiento ni las tablas para durar; debería regresar al consultorio médico. El gobernador del estado de Washington, Scott Walker, salió de la contienda esta semana por falta de dinero. Chris Christie y John Kasich, gobernadores de New Jersey y de Ohio respectivamente, tampoco van a aguantar. Christie tuvo un desempeño decente en el debate y generó interés entre las bases, pero la cultura bravucona de New Jersey es totalmente ajena al resto del país. A Kasich, le falta punch a pesar de ser de los más preparados y moderados. Incluso algunos demócratas votarían por él, por lo mismo no será el candidato; no podría satisfacer al ala ultraderecha.
Se me olvidó mencionar a Trump, y mi consejo sería que usted empiece a olvidarse de él también. El fomento del odio en un país tan diverso como Estados Unidos cancela su posibilidad de ser el candidato. Punto. Esto no quiere decir que no seguirá en la contienda y amargará el ambiente, pero está tirando su dinero a la basura. Entonces, los únicos que tienen un perfil que podría balancear las demandas del partido en términos ideológicos para competir con éxito contra los demócratas son: Carly Fiorina, Jeb Bush y Marco Rubio.
Bush era la esperanza de muchos republicanos centristas, pero no ha logrado levantar. Se le nota nervioso e incómodo ante el público, como un niño obligado a presentar su tarea en vez de un candidato ávido de comunicar su visión. Ha recaudado muchos fondos, sin embargo, y seguirá en la contienda hasta el final. Rubio por su parte tiene la ventaja de ser joven e hispano —importante, dado el peso del voto latino— pero es un senador que forma parte del sistema que tanto disgusta a la base, además está bastante verde. Es un candidato, sin embargo, que tiene posibilidades de crecer.
Del lado demócrata, Hillary Clinton es la candidata a vencer en la elección general en noviembre de 2016, y tiene el dinero y la experiencia necesaria para alcanzar la presidencia. Pocos cuestionan su preparación. Tiene una larga trayectoria en la política como senadora y secretaria de Estado. Entonces, ¿por qué el partido está tan nervioso sobre su candidatura y por qué ha perdido apoyo en las encuestas ante Bernie Sanders, alguien que se describe como socialista, una palabra que normalmente se utiliza como insulto en el léxico político estadounidense? Clinton es una figura desgastada y demasiado conocida. No genera ni la tercera parte de la pasión y la confianza que inspiró el presidente Barack Obama cuando fue candidato, y el escándalo de los correos electrónicos no ayuda en lo absoluto. Pero a lo mejor eso no va a importar. En esta ocasión se verá beneficiada por el fervor en contra de la opción de la ultraderecha conservadora. El sentimiento antiinmigrante, la negación del cambio climático y la insistencia en que el matrimonio debe ser exclusivamente entre heterosexuales, no son políticas públicas ganadoras hoy en día en Estados Unidos. El daño que se está haciendo a sí mismo el Partido Republicano al dejarse llevar por los radicales es abrumador y será difícil de reparar cuando llegue la elección general.
Una piedra en el camino para Clinton podría ser el vicepresidente Joe Biden, quien está considerando seriamente lanzarse al ruedo. Su ingreso a la contienda presentaría un reto importante para Clinton, ya que demostraría que una porción importante de la élite demócrata se estaría rebelando abiertamente en contra de su proyecto.
Si alguien podría competir con Clinton en la “final”, sin embargo, es Fiorina, por ser mujer y por representar una opción fuera del establishment político. La nominación de Fiorina ayudaría a disminuir la percepción de que el Partido Republicano es un club de Toby, y ella ha demostrado que sabe atacar a sus contrincantes con fuerza y convicción, sin despeinarse. Si logra recaudar el dinero suficiente para darle oxígeno a su campaña, Fiorina será una opción cada vez más fuerte.
Directora de McLarty Associates