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Malos augurios. Los pronósticos más serios definen al presente como un año muy amargo, brutalmente distante al que anunciaba hace cuatro años el presidente Enrique Peña.
Llegó 2017 sazonado con un incremento duro a la gasolina y una protesta social que irrumpe como un derrame de bilis, perturbador por su espontaneidad, por sus tintes anarquizantes y su eventual desbordamiento.
Las bendiciones que traerían las reformas hacendaria y energética (“fortalecerán las finanzas públicas y habrá muchos recursos para educación, salud, seguridad, infraestructura…”) resultaron una burla y una medicina amarga. Los aumentos le pegarán al transporte y, en cascada, a distintos productos y servicios, a la inflación y al crecimiento económico. El gasolinazo se llevó lo poco que quedaba de credibilidad a un gobierno que inició con acciones espectaculares y llega al último tercio del sexenio con un descrédito mayúsculo y repudio generalizado.
Terminó 2016 con una deuda pública in crescendo y un Agustín Carstens abandonando el barco. Con un Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) inacabado y maltrecho y con nuevas denuncias desde EU de sobornos millonarios en dólares de Oderbrecht, la poderosa constructora brasileña, a funcionarios federales cuyos nombres no han sido revelados.
Fue el año en que alcanzó un clímax el saqueo de las arcas públicas de muchos gobernadores. Pero las denuncias, tanto ciudadanas como de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), fueron “congeladas” por la PGR, quizás como señal de gratitud por sus aportaciones al partido y a las campañas electorales.
En el colmo del cinismo, Humberto Moreira, el que convirtió a su estado en “Coahuila de los Moreira”, anuncia que buscará una diputación (y fuero) y amenaza a su partido, el PRI, con “desfondarlo” si lo expulsan. Otro ex gobernador señalado por sus excesos, Rodrigo Medina, de Nuevo León, ha logrado pasar casi desapercibido en estos días de escándalos por los saldos de los Duarte, Borge, Torre Cantú, Cué, Malova...
Terminó el año con una violencia delincuencial que no cesa. En los primeros 47 meses de este gobierno se registran 69 mil 808 homicidios dolosos, 20% más que los de Calderón en similar periodo (58 mil 2). Como ocurrió en la Tierra Caliente de Michoacán, donde las comunidades decidieron armarse hartas de las extorsiones, secuestros y asesinatos de Los Caballeros Templarios, en la comunidad de San Miguel Totolapan, en el estado de Guerrero, el pueblo se armó para defenderse de la banda de Los Tequileros que desde hace tiempo extorsiona, secuestra, asesina...
En distintos puntos del país se localizan fosas comunes con los restos de desaparecidos. Terminó 2016 con estados como Colima, Guerrero, Tabasco, Morelos y el Estado de México sufriendo una crisis de seguridad y con el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, exigiendo a gobernadores, legisladores y a Gobernación que dejen de simular y hagan lo que les corresponde.
Nada ha podido frenar la “ordeña” de ductos de Pemex, una sangría de 20 mil millones de pesos anuales, según la empresa, de más del doble, según analistas, y que se ha multiplicado impunemente en los últimos 15 años.
Pero mientras la gente común vive con dificultades y miedo, la clase política sigue en el jolgorio: despachándose con la cuchara grande, autoasignándose bonos que ofenden y, como los diputados federales, gastándose hasta la última gota del presupuesto, aunque sea para cambiar la alfombra del salón de plenos. Ni siquiera en el INE, otrora reducto de valores ciudadanos, prevalece la austeridad.
En el colmo de la incongruencia, el gobierno despliega una campaña excesiva, onerosa, en todos los medios, que nos dice que “lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho”. ¿Casi no se cuenta? Pero si hace meses nos tienen aturdidos con tantos mensajes, anuncios a plana entera en los diarios, spots en radio y televisión.
¿No hay salidas? Desde luego que sí, pero reclaman un quiebre de grandes proporciones, uno que no puede imaginarse siquiera mientras se goza de la vida desde los montículos de un campo de golf tapizado de pasto verde frente al mar. Un quiebre que sólo podrá imponerse con el enérgico reclamo de una sociedad organizada que vigila, denuncia y protesta; una sociedad que exige austeridad de verdad en los tres Poderes y en los tres órdenes de gobierno; la cancelación de proyectos faraónicos, la reducción de la estructura macrocefálica de la administración pública... ¡y que dejen de robar!
Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.
@alfonsozarate