Más Información
Con reformas laborales, expertos ven estrategia de Morena; van a fortalecer su número de simpatizantes
Alito Moreno se reúne con familiares de prisioneros de Israel en Marruecos; pide su liberación antes de Navidad
SEP debe informar sobre objetos peligrosos en revisiones escolares: Inai; violencia escolar ha ido en aumento
Videojuegos, el nuevo gancho del crimen para captar menores; los atraen con promesas de dinero y poder
Hay un maleante rondando el vecindario. Un sujeto fantoche y prepotente, como Benito Mussolini, pero con mucho más poder, que inhibe las nuevas inversiones en México y pone a temblar a la clase política.
Resulta grotesco que un gobierno de plutócratas —gabinete de súper millonarios en el que lo único ausente es la gente— diga que va a devolverle el poder al pueblo.
En el discurso trumpiano, la nación que se enriqueció y creció con la rapiña —como la que sufrió México durante el siglo XIX— se victimiza: EU, dice, ha sido saqueado por otras naciones. Por esto anticipa el gobierno de los justos, para los justos.
Trump, un personaje pre-caricaturizado —de enorme papada, dedos cortos y cabellera anaranjada—, que a los 70 años tiene mentalidad de adolescente, nos recuerda que una nación es mucho más compleja e inasible que lo que proyecta en la superficie... Que Estados Unidos no se agota en la liberal Nueva York, ni en las tolerantes Oakland, Boston, Los Ángeles o San Francisco… Que hay, tierra adentro, otra realidad y que, si alguna vez se lo propuso, el sistema educativo fracasó en su intento de asentar en su niñez y juventud valores democráticos; la libertad, el respeto a la diversidad, a los derechos humanos, a las minorías… No hace mucho que en el sur se perseguía y asesinaba a la gente por el color de su piel; esos sedimentos de odio nunca se fueron y en noviembre se expresaron, por lo pronto, con la civilidad del voto.
El triunfo de Trump permite reconocer las contrahechuras de la democracia. El americano feo —por xenófobo y chauvinista—, salió a votar, pero no logró la mayoría de los votos populares: Hillary obtuvo casi tres millones más, sin embargo, las distorsiones de su sistema electoral generaron un resultado horrendo: en los votos electorales, los únicos que cuentan, el magnate le dio una paliza: 304 votos contra 227.
La recuperación sorprendente de la economía estadunidense y la multiplicación de puestos de empleo (11.2 en los últimos ocho años) no bastaron para darle bienestar a lo más profundo de ese país y muchos electores, ignorantes y dogmáticos, culpan a “los otros”, es decir a los mexicanos, de sus desgracias.
EU es hoy un país profundamente polarizado. Por un lado, la frustración y el dolor de millones, como el que expresaron el sábado las marchas de las mujeres; por el otro, el revanchismo que representa casi otro tanto: la América “blanca”, como las capuchas del Klan, ignorante, prejuiciosa y violenta, cuyas invocaciones a Dios resultan grotescas y falsas como las murallas que pretenden separar el mundo de los justos del otro, el de los torcidos.
El del magnate presidente es un discurso aldeano, maniqueo y amenazante: antes de mí el desastre y, a partir de mí, la redención: “América sobre todo”, frase en la que resuena aquella estrofa que repitió el nazismo: Deutschland über alles... Una perorata que le ofrece a su electorado una realidad sombría, la de una nación de “fábricas oxidadas y dispersas como lápidas en el paisaje de la nación” y donde el crimen, las pandillas y las drogas “han robado demasiadas vidas y robaron a nuestro país de tanto potencial no aprovechado”... Un discurso que no tiene una línea de concordia, de generosidad, por el contrario, está plagado de falsedades y advertencias…
Este discurso de odio, tendrá respuestas de distinta naturaleza. Primero, de la parte más consciente de su propia sociedad y de las instituciones; también de la sociedad internacional —la posición del Ángela Merkel, por ejemplo— y, después, en sus propios seguidores, frustrados por los engaños.
Para los mexicanos, hay otros mensajes: decirle adiós el sueño de ser parte de América del Norte. Ahora regresamos a nuestro hábitat natural: somos lo que nunca debimos dejar de ser: latinoamericanos. ¡Bienvenidos al Tercer Mundo!
Es tiempo de mirar hacia nosotros, de valorar y promover lo mexicano, lo que no significa procurar el aislamiento, sino mirar hacia otros horizontes… Tiempo de repensar México y de encontrar fuerza en el ejemplo de patriotas como el general Lázaro Cárdenas… De hacer lo que nos toca: contener la delincuencia, lo mismo la del crimen organizado que la de “cuello blanco” representada por una clase gobernante insaciable... De austeridad verdadera, no simulada... De empresarios que apuesten por México… Tiempo de decirle a EU y al mundo que México es más, mucho más que esas calamidades que hoy sufrimos y repudiamos y que saldremos adelante.
Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.
@alfonsozarate