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No se trata de un momento excepcional en la historia de la educación, sino de una oportunidad de repensar el proyecto de nación. La propuesta de modelo educativo 2016 no sólo plantea la revisión a fondo del sistema educativo nacional —la tercera en casi un siglo— sino que imagina el México del siglo XXI en la medida en que concibe que el sistema educativo nacional no sólo debe formar estudiantes con una serie de habilidades, competencias y valores, sino ciudadanos sensibles, respetuosos de la ley y demócratas.
En los años veinte, José Vasconcelos emprendió un esfuerzo titánico para atender el brutal rezago educativo de un país de analfabetas y para acompasar el modelo educativo al proyecto de país que postulaba la fracción triunfante de la Revolución. Jaime Torres Bodet, dos veces secretario de Educación (1943-1946 y 1958-1964), encabezó otro momento estelar en materia educativa. Fueron las décadas en las que el Estado mexicano hizo frente al reto de la cobertura educativa. Pero hoy el reto esencial es la calidad.
Sin haber superado el oprobio de la desigualdad, el desafío que hoy enfrenta la educación pública es doble: hacer frente a las demandas de la llamada sociedad del conocimiento: aprendizajes pertinentes y significativos, resolución de problemas prácticos, manejo de las tecnologías, etcétera y, al propio tiempo, superar lastres históricos: la precariedad de los establecimientos escolares, la desigualdad en el acceso a los servicios educativos entre las escuelas de zonas urbanas y las rurales e indígenas, la exclusión de aquellos que provienen de familias de escasos recursos y tienen un verdadero hándicap para concluir la educación obligatoria.
El proyecto es muy ambicioso, se trata de tener la educación que reclama el país, de sacudir viejas inercias pedagógicas que enfatizaban la memorización y castigaban las mentes críticas e innovadoras; de incorporar los saberes y las experiencias de las regiones.
No es enseñar más, se trata de aprender a aprender. Son cinco los ejes que sostienen al nuevo modelo: 1) Escuela al centro, que supone invertir la lógica imperante durante décadas; 2) contenidos educativos, acaso una de las partes más innovadoras y que se desgrana en el documento más amplio del modelo: Propuesta curricular para la educación obligatoria 2016; 3) formación y desarrollo profesional de los docentes, donde se avanza a través de los nuevos mecanismos de evaluación e ingreso al Servicio Profesional Docente (SPD); 4) inclusión y equidad, que buscará no dejar a nadie en el camino; y 5) gobernanza, que sustituye la lógica vertical-centralizada del actual sistema por un modelo plural y colegiado de articulación entre los diferentes actores: federación, entidades, INEE, Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Consejo de participación social y padres de familia.
Destaca, sin duda, la propuesta curricular, que se centra en el estudiante e identifica los aprendizajes clave: lenguaje y comunicación, pensamiento lógico-matemático y naturaleza. Su visión no es uniforme para todas las regiones del país, sino que busca adaptarse a contextos particulares. Más allá de la flexibilidad del currículo nacional y la autonomía de las escuelas, para decidir incluso algún porcentaje de los contenidos, de todos los egresados se esperan los mismos logros en lenguaje y comunicación; pensamiento crítico y reflexivo; valores, convivencia y colaboración; desarrollo físico y emocional; México y el mundo; Arte y cultura y Medio ambiente.
No será fácil concretar el proyecto de un nuevo modelo educativo. Como lo señaló en su intervención el presidente del SNTE, Juan Díaz de la Torre, “es preciso reiterar, que las leyes y el modelo educativo, son necesarios, sí, pero no son suficientes, si no se traducen en políticas públicas que obliguen a todos los involucrados a cumplir puntual y cabalmente lo establecido”.
Que cada quien haga lo que le corresponde. No es admisible aceptar mesas de diálogo y, al propio tiempo, excluirse de un debate tan importante, como hace la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que pretende ignorar que la consulta sobre el modelo educativo (del 26 de julio al 29 de agosto), es parte de la etapa final de un amplio proceso que incluyó 18 foros regionales, 3 foros nacionales y 28 mil propuestas.
Desde los primeros años de la postrevolución, la educación ha tenido en el discurso un lugar especialísimo que, con frecuencia, no se concretó en los hechos. Llegó la hora de ponernos al día. Y el modelo educativo 2016 es un muy buen primer paso.
Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.
@alfonsozarate