No hay manera de ofrecer una lectura única de un proceso electoral tan complejo y lleno de contrahechuras como el que tuvo lugar el pasado domingo siete. Un proceso marcado por la violencia, con más de una veintena de asesinatos “políticos”, la barbarie de la CNTE y, en algunas regiones, la reiteración de prácticas que se creían desterradas.

En Nuevo León, la experiencia más notable, la mayoría de los neoloneses mandó al diablo al PRI y al PAN; y, todavía más lejos, al gobernador Rodrigo Medina por el escandaloso endeudamiento público y los abusos de su parentela —empezando con Papá Medina—. De allí la apuesta multitudinaria por un candidato sin partido, Jaime Rodríguez, El Bronco (llamarle “independiente” parece excesivo).

Algo similar ocurrió en Jalisco con los resultados en Guadalajara, donde Enrique Alfaro, un fenómeno político, derrotó a Papá Sandoval, progenitor del mandatario y operador estrella del PRI… En Guerrero, el DF y Cuernavaca, donde le fue mal al PRD de Los Chuchos… Y en la delegación Miguel Hidalgo, recuperada por el PAN con Xóchitl Gálvez.

En su debut, el Partido Morena alcanzó el 8.39% de los votos. Muchos, quizás, para una formación recién llegada, pero no tantos para quien, como López Obrador, lleva quince años en campaña. Morena se impuso en el DF, pero en Tabasco —¿nadie es profeta en su tierra?— quedó en cuarto lugar (abajo del PRD, del PRI y del PVEM).

Al PRD, la ruptura con Andrés Manuel y la noche trágica de Iguala, lo dejaron maltrecho. En la ciudad de México, su principal núcleo de poder, perdió la indisputada hegemonía. Malas noticias para Miguel Ángel Mancera, quien ya reconoció que sí quiere… Morena será la primera minoría en la ALDF y, con cinco delegaciones en la bolsa, se prepara para el asalto al poder chilango en 2018.

El Partido del Trabajo, de Beto Anaya, pierde el registro, salvo que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se lo devuelva. En contraste, Movimiento Ciudadano, el partido de Dante Delgado, avanza. La clave parece ser una astuta selección de candidatos, tonaditas pegadoras y el pragmatismo como ideología.

A pesar de los malos resultados del gobierno de Peña Nieto, el PRI y sus aliados contarán con un mayor número de diputados federales que en la actual legislatura. La lectura optimista de estos saldos podrá reforzar el ánimo complaciente de los hombres del Presidente.

Las estafas del PVEM, y la protección de que fueron objeto en el INE y el TEPJF, fueron inauditas. Aunque los verdes registraron un avance mínimo (0.79%) respecto a la pasada elección, su bancada dará un salto sobresaliente: de 28 a 47. Les sobrarán recursos para pagar multas y reforzar la estrategia pirata.

Entre los candidatos sin partido sobresalen Pedro Kumamoto, activista de 25 años, que emprendió una campaña con escasos recursos y se integrará a la próxima legislatura del Congreso de Jalisco, y Manuel Clouthier, por Sinaloa, quien llegará a San Lázaro como el primer (y único) diputado independiente.

Es mucho lo que ocurrió el domingo siete y muchos los pendientes que deberá resolver el Tribunal. Por el momento, vale la pena cerrar este balance con algunas preguntas: ¿Serán investigados y llevados a proceso los gobernadores Rodrigo Medina, Ángel Aguirre, Guillermo Padrés y algunos otros? ¿Tendrán consecuencias las bravatas de campaña o, como de costumbre, se optará por el borrón y cuenta nueva? ¿Qué harán con su triunfo los vencedores? ¿Supondrán en Los Pinos que el 29% de voto por el PRI es una extensión del “cheque en blanco” o el límite preciso de su menguante influencia entre el electorado?

Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.
@alfonsozarate

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