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En la Constitución mexicana de 1917 convergen la norma jurídica suprema y el instrumento político fundamental de nuestro país. Es el texto que nos define como mexicanos, el que da identidad a un territorio y el que mantiene nuestra unidad nacional. En ella se materializan los ideales que dieron origen a la Revolución Mexicana y que hicieron de su texto la vanguardia y ejemplo universal de justicia social, incluso antes que las Constituciones de Alemania de 1919 y Austria de 1920. El derecho a la educación gratuita y laica, el derecho a la propiedad privada y los derechos de las clases trabajadoras plasmados en los artículos 3, 27 y 123 constitucionales, han sido evocados por otras naciones, y al día de hoy son el sustento principal de nuestras república democrática y la base de nuestra identidad nacional.
Ciertamente, el artículo 41 constitucional establece la división de Poderes, pero ello no implica la división de los mexicanos. Solamente es la distribución del trabajo de las autoridades, propuesta por Aristóteles y perfeccionada por Montesquieu. Es una configuración política que da sentido a los Estados modernos y permite el equilibrio entre competencias y facultades de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Por el contrario, la Constitución Política de 1917 es un poderoso símbolo de unidad nacional hacia el exterior. Dice el artículo 39 constitucional que “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo Poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste”. Este texto es categórico al definirnos como un todo único e indivisible: el pueblo de México. Con esa identidad debemos negociar la política exterior; ahí radica nuestra fortaleza. La unidad nacional ha sido nuestro principal bastión en contra de las intervenciones extranjeras, nuestra principal arma contra la tiranía y el abuso. Juntos hemos superado momentos difíciles y juntos defenderemos los derechos esenciales y la dignidad de los mexicanos.
Solidaricemos nuestro apoyo con el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, quien está facultado para dirigir nuestra política exterior de conformidad con el artículo 89, fracción X, constitucional. Así le mostraremos al mundo que México es un país fuerte, unido y preparado para afrontar los desafíos que se presenten; sobretodo aquellos que pretendan quebrantar los ideales de libertad, igualdad e independencia sobre los que se ha forjado esta gran nación. Debemos reafirmar nuestro compromiso con la Constitución, con el respeto a las leyes que de ella emanan y con las instituciones que le suceden, pues solo de esta manera fortaleceremos a nuestro Estado.
Como sostuvo hace unos días el ministro Luis María Aguilar Morales, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación: “Los mexicanos tenemos un referente que es nuestra Constitución y las instituciones que de ella derivan, ese referente es el que a nosotros nos permite tener un plan de vida, un plan de nación, un plan que nos permita, como lo ha hecho en el pasado este gran país, enfrentar cualquier circunstancia”. Hago votos porque este mensaje haga eco en cada uno de nosotros y nos permita exaltar ese espíritu fraternal que nos ha unido en el pasado.
El próximo 5 de febrero se cumplirán 100 años de la promulgación de nuestra Constitución. A pesar del tiempo, sus derechos fundamentales siguen vigentes y sus principios se han mantenido incólumes a los desafíos que hemos enfrentado. Para fortalecer a nuestra nación es necesario que gobernantes y ciudadanos obedezcamos su contenido por encima de intereses personales. Es indispensable que recordemos que la patria es primero.
Consejero de la Judicatura Federal