Más Información
Sheinbaum: este lunes se hará nacional la Universidad Rosario Castellanos; se crearán 300 mil nuevos espacios educativos
Jóvenes Construyendo el Futuro abre nueva convocatoria para enero; inicia registro el 1 de diciembre
Si bien todo quehacer humano digno aporta algo al desarrollo de la humanidad, existen dos profesiones que, sin duda, pueden transformar radicalmente la vida y la historia de las personas: los médicos y los abogados.
Decía el filósofo alemán Arthur Schopenhauer, que “el médico contempla al hombre en toda su flaqueza y el abogado en toda su maldad…” y de ahí la absoluta vulnerabilidad en las que nos encontramos al recurrir a cualquiera de estos dos profesionistas.
La responsabilidad social de los abogados y lo médicos es superlativa; y particularizando en los abogados, en los últimos tiempos, y en especial en nuestro país, el propio origen de su nombre (del latín advocare, que significa “llamar a alguien en auxilio”) está perdiendo cada vez más su función auxiliadora, transformándose en mercenaria.
Abogados que son “coyotes”, aquellos que sabiendo perdido un caso persisten cobrando a su cliente, y como dice aquella frase celebre: “hay dos tipos de abogados, los que conocen la ley y los que conocen al juez”, son el pan nuestro de cada día.
¿Qué hacer ante esta situación?
El tema de la impunidad y la corrupción en nuestro México comienza por tocar a aquellos que debieran ser sus primeros defensores; los primeros indignados ante la injusticia, ante la falta de castigo para quienes delinquen, encuentran en tierra libre el espacio para promover la injusticia y ser cómplices de quienes la administran y /o la procuran. Todos somos corresponsables de que esa llave no se cierre.
Y es que para combatir la corrupción es necesario controlar y supervisar al Estado, pero también a la ciudadanía. El poder corruptor de los ciudadanos es parte del problema y de los ciudadanos profesionistas lo complica aún más.
Entre las medidas que se han planteado para el combate a la corrupción debe considerarse la colegiación obligatoria de los abogados. Legisladores, la pelota está en su cancha.
Porque los datos están ahí, a la vista: En el ciclo académico finalizado en diciembre de 2014, había mil 608 instituciones de educación ofreciendo la licenciatura en Derecho; prácticamente hay una escuela de Derecho por cada 69 mil 861 habitantes.
En los últimos 3 años el número de escuelas de Derecho ha crecido a un ritmo de 3 por cada dos semanas. La inmensa mayoría no cuenta con planes de estudios completos para que un abogado salga realmente preparado. Países como Alemania cuentan con 44 Escuelas de Derecho (menos que en Guerrero); España tiene 73 (menos que Guanajuato) y Canadá 21 (Menos que Nayarit).
Sólo en el año 2013 se expidieron 37 mil 42 cédulas profesionales para egresados de la licenciatura en Derecho. Y es que no se sabe cuántos licenciados en Derecho ejercen actualmente la profesión. Desde 1970 a la fecha se han expedido aproximadamente 563 mil 11 cédulas profesionales a egresados de la carrera en Derecho (en 1970 se expedía una cédula para abogado por cada 40 mil 869 habitantes; en 2010 se expidió una por cada 3 mil 428), según el estudio Instituciones que imparten la carrera de Derecho en la República Mexicana del Centro de Estudios sobre la Enseñanza y el Aprendizaje de Derecho (CEEAD).
En el marco de la reforma penal, que mandata la Constitución y que arrancó formalmente en 2008, el tema de la colegiación es un asunto toral para poner orden en el tema de justicia.
Decía Jeremy Bentham que “el poder del abogado se encuentra en la incertidumbre de la ley” y me permito agregar que también su poder se fortalecerá en la medida en que se ponga orden, se certifique y se dé una colegiación obligatoria para una profesión que tiene consigo el futuro de muchas personas y familias en sus manos.
Así como los médicos no pueden ejercer sin certificaciones, actualizaciones y formación constantes, es fundamental que los abogados acojan esta medida, en donde la normatividad y regulación que deben ejercer los abogados procuren su excelencia; y se garantice la actualización y formación permanente y continua de los profesionales del Derecho.
Así como los médicos dan salud al cuerpo, los abogados mexicanos deben formarse para devolver la salud a la justicia en México. ¡Sí a la colegiación obligatoria de abogados!
Presidente y fundador de la organización México SOS.
@MexicoSOS