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El día de ayer, Banco de México dio a conocer su anuncio de política monetaria, en la que la Junta de Gobierno decidió incrementar en 50 puntos base (pb) la tasa de referencia.
Con ello, la tasa de fondeo interbancario para el banco central alcanzó un nivel de 4.25% (consenso: 4%).
En mi opinión, el tono del comunicado fue significativamente más hawkish —i.e. sesgo a adoptar una política monetaria más restrictiva— con respecto al último anuncio de política monetaria, por las siguientes razones: (1) Banxico hizo referencia a la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea, y el impacto negativo que ha tenido sobre los mercados financieros tanto internacionales como locales, resaltando el comportamiento desordenado que ha presentado la cotización de la divisa mexicana, y el mercado de renta fija local; y (2) el banco central aludió al deterioro que ha presentado el balance de riesgos para la inflación —tanto en el corto como en el mediano plazo— gracias al ajuste de los precios relativos de las mercancías respecto a los servicios generado por la depreciación cambiaria.
Ante el escenario descrito anteriormente, considero que el banco central tomó la decisión correcta de incrementar en 50pb la tasa de referencia. El impacto en el mercado mexicano fue inmediato. El peso se apreció 1.3%, mientras que las tasas de interés de corto plazo perdieron entre 14 y 16pb, y aquellos instrumentos de mayor duración registraron ganancias de entre 3 y 4pb.
Sin embargo, en mi opinión la decisión de política monetaria tomada el día de ayer fue incompleta, ya que no podemos descartar nuevos episodio de alta volatilidad en los mercados financieros internacionales ante los riesgos geopolíticos que podrían detonarse durante el segundo semestre del año. Particularmente, es probable que en la medida que se acerque el periodo electoral en Estados Unidos (EU), la divisa mexicana continúe presionándose si el margen entre Donald Trump y Hillary Clinton se reduce radicalmente.
En este sentido, hubiera sido deseable también que Banxico hubiera modificado su calendario de política monetaria para el segundo semestre del año, haciendo énfasis en cambiar la fecha del 17 de noviembre, ya que con el calendario actual la decisión de política monetaria de Banxico se llevaría a cabo 9 días después del proceso electoral en EU y 15 días después de la decisión de política monetaria de la Fed.
Por otra parte, creo que es pertinente que el banco central pueda sincronizar las decisiones de política monetaria restantes en México con las de la Fed, ante la importancia de la postura monetaria relativa entre estos dos países.
En este sentido, subyace el riesgo de que la autoridad monetaria tenga que actuar en caso de que los riesgos geopolíticos ejerzan presiones significativas sobre el peso mexicano. Tomando este escenario como base, y pronosticando un mercado cambiario altamente volátil, es probable que Banxico volverá a incrementar en 50pbs la tasa de referencia en septiembre, y nuevamente en diciembre, ubicándola en 5.25% a final del año.
En los últimos 20 años, Banxico se ha distinguido por guardar su ortodoxia monetaria manteniendo las políticas cambiaria y monetaria separadas. Sin embargo, en este periodo donde la alta volatilidad de los mercados se ha traducido en un comportamiento desordenado de la divisa mexicana, es indispensable que el banco central actúe para mantener la estabilidad de precios y las expectativas inflacionarias ancladas. Recordando una frase de Julio César, aquila non capit muscas (El águila no atrapa moscas).
Economista en jefe de Banorte