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Los precios del petróleo en el mercado internacional acumulan 18 meses de caída. El crudo Brent, un referente global, en la segunda mitad de 2014 bajó de 114 a 60 dólares por barril. En 2015 la baja del Brent fue desde 60 hasta 34.5 dólares por barril y ayer se ubicó por debajo de los 28 dólares. En concordancia, la mezcla mexicana, de menor calidad se cotiza en menos de 19 dólares.
Con estos precios, los productores de EU y algunos de sus bancos están en fuertes problemas, porque el endeudamiento que consiguieron para producir, así es impagable y la producción es inviable; las autoridades hacendarias en México tienen también los propios, tras una década con un tercio de los ingresos fiscales del Estado provenientes de las exportaciones petroleras, hoy confluyen con sobreendeudamiento externo público y privado y el endeudamiento público interno crece con rapidez por la decisión de no subir impuestos y dejar que se devalúe el peso al ritmo de la caída del precio del petróleo. El peligro de un rebote inflacionario está a la vuelta de la esquina.
A nivel mundial, el ascenso de EU como productor de petróleo shale, ocurrido entre 2005 y 2015, es la principal causa de la caída de los precios, pero no les importó porque construyeron así otra burbuja financiera de altos rendimientos, esta vez en el sector energético; pero ya en la etapa de la caída de precios, otro factor decisivo es que grandes productores establecidos (Arabia Saudita, Rusia, la OPEP como conjunto) optaron por defender su parte del mercado mundial, ampliando la producción, para contener a los nuevos productores.
Vivimos pues una guerra de precios internacional entre socios que han sido históricamente competidores y complementarios. Con frentes de batalla regionales en Medio Oriente y América Latina, pues Arabia Saudita trata de frenar el regreso de Irán al mercado y EU quiere retomar el control del petróleo en Venezuela y desplazar a Arabia Saudita como swinger producer (productor con libertad de subir o bajar la producción), y tras la victoria que representó la reforma energética en México, aunque para nosotros sólo haya traído mayor declive de las reservas y la producción, además del desmantelamiento de las empresas energéticas estatales, Pemex y CFE.
En Asia y Europa la disputa por el abasto energético la quiere mediar EU a través de la entrada en vigor del Acuerdo Transpacífico (TPP) y del Acuerdo de Comercio e Inversión Transatlántico (TATIP), herramientas para fortalecer el control sobre socios en ambas regiones. Ahí también, México es otra pieza de EU, por eso ya hemos pedido entrar a la Agencia Internacional de Energía, el club de los países consumidores de petróleo. La debacle de la OPEP es más bien decisión saudita.
El hecho escueto es que hay una sobreoferta global de petróleo crudo y los inventarios de gasolina en EU están a tope. Por eso, los precios bajos serán la nueva realidad durante un rato largo. Y el estrujamiento financiero será una condición que se agrave conforme pase el tiempo. La economía mundial está en desaceleración y hay un fenómeno de deflación generalizada, del que forma parte la caída del precio de las materias primas. Se requieren otras políticas globales, regionales y nacionales, pues los peligros de una tercera guerra mundial se acumulan tras las guerras de precios, de monedas, de tratados comerciales y los endeudamientos públicos y privados impagables.
Profesor de la Facultad de Economía e integrante del Centro de Análisis de Coyuntura Económica Política y Social
caceps@ gmail.com