Lo que está sucediendo hoy en México es el precio que estamos pagando por habernos quedados callados tanto tiempo. Es como vivir con un león en la sala de tu casa, con el temor a despertarlo y siempre caminar de puntillas.

Pareciera que nos tienen bien medidos, que pueden hacer y deshacer sin que nadie reaccione y nosotros, como políticos, deberíamos ser los primeros en alzar la voz, en cambiar las cosas, porque esa es nuestra obligación. Pero la percepción es que la clase política prefiere mantenerse en silencio a pagar el precio de la desaprobación por gritar con todas las fuerzas que hoy las cosas no están bien.

Estar acostumbrados a vivir con una piedra en el zapato sin manifestar el malestar que nos provoca es conformarse a que con poquito dolor se puede vivir, aunque ello, a largo plazo, lastime y provoque una herida más profunda.

Desde chica aprendí a no conformarme y a pagar el precio por hablar y llamar a las cosas por su nombre.

Hemos olvidado que podemos y debemos alzar la voz cuando se cometen injusticias, cuando lastiman a nuestras familias, cuando se toman decisiones que nos afectarán a nosotros, a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos.

Salir a las calles a manifestarnos, como lo hicimos el pasado 6 de octubre, hacer visible que miles de personas ya no quieren seguir calladas frente a las decisiones que se están tomando en nuestro país es tomar la decisión correcta en el momento preciso, con el conocimiento y la responsabilidad de que si eso es lo que tenemos que hacer para que nos escuchen, lo vamos a hacer.

¿De qué sirve ser líder de una fuerza política como el PRD si no podemos cambiar las cosas, si no caminamos con la gente y alzamos la voz por todos los inconformes? Yo salí a marchar porque estoy comprometida con mi país, estoy comprometida con un proyecto de nación que nos permita salir adelante y porque sé que hoy por hoy la situación en México requiere acciones, decisiones y valor.

El Presupuesto 2017, aunado al “apretón del cinturón”, es una burla para los mexicanos, sí, para los mexicanos que tienen que vivir al día, los aguantadores, los que pareciera que resisten todo, a los que el hambre deja callados y débiles.

Estoy convencida de que no somos los únicos que estamos dolidos e indignados por el rumbo que ha tomado nuestro país. Por eso salimos nuevamente a las calles, para pedir que no se recorte a la educación (15.1%), a la salud (10.8%), al campo (29.1%), a la cultura (30.7%), al turismo (35%), a la ciencia y tecnología (23.3%) y a la promoción de acciones de desarrollo regional (77.9%).

Seguiremos marcando la ruta hacia un nuevo modelo económico, de política y de gobierno. La sociedad mexicana está lista y exige un cambio. Queremos cerrar filas, primero con la ciudadanía y después con todas las fuerzas que quieran una transformación pacífica, democrática, que rompa con el esquema económico que nos está llevando a una de las peores crisis en nuestro país.

Vivir en crisis no es normal, no podemos acostumbrarnos a esta situación que lleva por lo menos 3 generaciones. México es un país que siempre da para más y merece la oportunidad de evolucionar, pero solamente será posible si juntos exigimos y trabajamos por la nación que siempre hemos soñado.

Presidenta nacional del Partido de la Revolución Democrática.

@Ale_BarralesM
www.alejandrabarrales.org.mx

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