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“Me tomó mucho tiempo para desarrollar una voz, y ahora que la tengo, yo no voy a estar en silencio”.
Madeleine Albright
No sé qué habría pasado si en mi vida no hubiera aparecido Joaquina, mi maestra de 6º de primaria.
Quienes me conocen verdaderamente, saben que soy una mujer tenaz, constante, responsable y comprometida y, parte de esto se lo debo a Joaquina.
No sé si Joaquina lo sepa, pero ella es una de las responsables de haber desaparecido de mi diccionario la palabra “Imposible”.
Hablar de nuestros profesores es como hablar de nuestra familia. Es recordar a los hombres y mujeres que con afecto nos proporcionaron las herramientas para hacernos las mujeres y hombres que somos en la actualidad.
Es hablar de su vocación de servicio y cómo han influido a lo largo de nuestra historia para formar líderes, ciudadanos comprometidos y responsables que han construido nuestro país.
Tendríamos que decir entonces que detrás de cada una de nuestras historias de vida hubo un gran maestro que fue nuestro amigo, nuestro guía, nuestro cómplice.
Sin embargo, a pesar de ser parte de nuestras vidas y de la vida de nuestra historia, los profesores son personas que muchas veces pasan desapercibidos y su trabajo se va desdibujando al pasar de los años hasta que existe un suceso que nos hace recordarlos.
Es tan importante la figura del maestro que cualquier desacomodo social en torno a ellos nos indigna, nos enoja y nos confunde, porque rompe con la figura de la dignidad y respeto que tenemos hacia ellos.
Dedicarse a la docencia en la actualidad no es un trabajo fácil, porque sumado a la vocación, compromiso, paciencia, dedicación, esfuerzo, responsabilidad para educar, formar y guiar a nuestros niños, niñas y jóvenes, tienen que desarrollarse en un entorno global y que va transformándose día con día.
De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en su Mapa del Magisterio de Educación Básica en México, la edad promedio de los profesores a nivel nacional es de 42.4 años, esto significa que muchos de ellos dejaron las aulas al menos hace 20 años y cuentan con una amplia experiencia en el ejercicio de la enseñanza.
Sin duda alguna el reto de nuestro siglo en nuestro país y en nuestra Ciudad de México, es brindar a los niños y jóvenes una educación de calidad, en las mejores condiciones escolares y con las mejores herramientas que potencialicen sus capacidades y habilidades. De igual forma, el modelo educativo requiere la participación de los padres de familia, así como llevar a cabo procesos de evaluación para mejorar el nivel educativo nacional.
Esto no será posible sin la participación activa y comprometida de nuestras maestras y maestros. Ellos son la piedra angular en quienes cualquier modelo se sostiene y no son los responsables del deterioro en el que se encuentra nuestro sistema educativo.
Los profesores son como cualquier otro ciudadano de esta capital y tienen los mismos derechos que cualquier trabajador. Es necesario que, paralelo a las mejoras en todo el sector, también se mejore la calidad de vida de los responsables de hacer realidad las transformaciones.
Los profesores comprometidos con su trabajo, quienes diariamente acompañan a nuestros hijos en su aprendizaje, merecen el mismo acompañamiento y cuidado. Merecen una vivienda digna en donde al finalizar el día puedan atender a sus propias familias, merecen seguir adelante en su instrucción, porque es necesario para alcanzar sus metas.
Es por eso que en el Gobierno del Distrito Federal no hemos dudado en acompañar a nuestros profesores para que alcancen sus metas, para que mejoren día con día y para que todos ellos tengan una mejor calidad de vida.
Esta semana que termina, hemos puesto en marcha el programa Contigo Maestr@, porque ellos han estado con nosotros desde nuestros primeros pasos, porque ellos nos han abierto puertas y han guiado nuestro camino.
La respuesta se ha manifestado casi de forma inmediata y las críticas han surgido de la misma manera.
Sabemos, porque la experiencia nos lo ha demostrado, que el primer síntoma de cualquier acción exitosa es la crítica.
Estamos abiertos a cualquier sugerencia, aportación, comentario, análisis sustentado que aporte a esta ciudad que tanto lo necesita.
También de las criticas se aprende, también los críticos son nuestros maestros que con seguridad nos obligarán a tener un mejor desarrollo en nuestras propuestas y acciones.
Secretaria de Educación Pública del Distrito Federal.
@Ale_BarralesM
www.alejandrabarrales.org.mx.