Las pretensiones del presidente de la Generalitat Artur Mas, de cara a las elecciones autonómicas del 27 de septiembre, son un auténtico despropósito.

Insiste e insiste y no para de hacerlo en que estas elecciones son el preludio de una salida hacia la independencia de Cataluña. Llega un momento, después de meditar durante años sobre el nacionalismo catalán y vasco, en que ya no entiendo. Tal vez mis posibilidades cognitivas en este campo se han estrechado ante tanta barbaridad, o a lo mejor es que es superior a la mediocridad que busca el sector nacionalista y radical catalán en la secesión con respecto de España.

Pero voy por partes. Los pasos que Artur Mas está siguiendo y que va a continuar, pasan por la creación de un banco catalán que no dependa de España. También anda detrás de las elecciones autonómicas y si las vence —cosa que dudo mucho— acelerará el pedal para que en un plazo no superior a seis meses, declare la independencia de manera unilateral.

Si llega a vencer a finales de septiembre, el gobierno de Mariano Rajoy podría llegar a aplicar el artículo 155 que habla de utilizar cualquier medio para que Cataluña respete la Constitución y siga perteneciendo a España. Eso pasa por la posibilidad de hacer desaparecer la autonomía y el posible patrullaje de las fuerzas de seguridad del Estado para hacer que se respete la Constitución. Confío en que ese extremo no llegue a pasar.

Eso sí, ocurra lo que ocurra en los comicios, el germen del problema ya queda abonado en las calles catalanas. Podría haber disturbios serios. Espero que no llegue al caso, pero desde luego no es algo remoto. Bueno, y todo esto ¿por qué lo está haciendo el presidente catalán? Su ansia independentista se corresponde a poner contra la pared al Estado cueste lo que cueste. ¿Podría tratarse de alguna estratagema para ocultar otros problemas que tal vez tuvieran que ver con él en los diferentes gobiernos en los que participó con Jordi Pujol?

Recuerdo el asunto. Durante más de 25 años de presidencia en Cataluña, el Honorable —ese es el término que utilizan los presidentes catalanes— Jordi Pujol, amasó una fortuna de cerca de 5 mil millones de dólares. Bueno, él, su mujer y sus hijos. Un auténtico clan donde toda la familia estuvo abrevando del esfuerzo de los catalanes y del resto de los españoles. En los diferentes gobiernos de Jordi Pujol, Artur Mas fue su hijo político pródigo. De hecho, conocía perfectamente las finanzas catalanas, no en vano fue consejero económico y hacendario.

Artur Mas se benefició del amor de su amo Pujol y de sus ingentes conocimientos de la política catalana.

Artur Mas tiene mucho que callar. Ya el pasado año le investigaron por la posibilidad de haber obtenido recursos y supuestos negocios. Tal vez detrás del ansia independentista se esconda el deseo de no conocer muchas verdades que pudo encerrar durante las administraciones que participó al lado de Pujol.

El problema está tapado. Si se destapa, el problema sería mucho mayor. Y eso sí, haría temblar a Cataluña y sus cimientos. La posibilidad de asociarlo a diferentes tropelías tapadas para no saber la historia de verdad. En todo caso y al final lo último que le interesa a Cataluña es convertiste en un Estado independiente con respecto de España.

alberto.pelaezmontejos@gmail.com

Twitter @pelaez_alberto

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses