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Acabo de ver una fotografía estremecedora. Dos migrantes, sin nada que perder —salvo la vida— están subidos sobre un camión intentando llegar a Gran Bretaña. Hace algo más de dos meses, otra foto me quebró el alma. Esta era una instantánea de España. Un niño de corta edad viajaba dentro de una maleta para llegar a España y salir, así, de la desesperación de malvivir en los campos de refugiados de África donde la muerte es su mejor aliado.
Me sorprende aún más que líderes de la talla de David Cameron se manifiestan diciendo que el fenómeno de la inmigración es una “plaga”. Sí, es el término que utilizó, y no otro.
Me avergüenza que se exprese de esa manera. Me abochorna que muchos representantes de las diferentes naciones hablen de manera similar. No me imagino a David Cameron con sus hijos teniendo que salir de su país, caminar miles de kilómetros durante años, llegar en barcazas que zozobran en cuanto les suspiran, cayendo en manos de las mafias y terminando deportándoles al final de túnel donde comenzaron.
Y lamentablemente vamos para allá. El futuro que nos espera no es el más prometedor. Creo que la tecnología va a rebasarnos de tal manera que desaparecerán muchos puestos de trabajo. Al menos aquellos que sean los más tradicionales.
Los empleos que seguirán serán aquellos muy especializados, las máquinas desplazarán al resto.
La sociedad del ocio será la gran protagonista por la importante demanda que existirá.
Claro que no todos tendrán acceso a ella, ni mucho menos. Sólo los privilegiados. La enorme bolsa de desempleados generará efectos indeseables en las futuras sociedades y los efectos del desempleo se apreciarán en los grandes éxodos del sur al norte —y no sólo de una parte a otra del planeta si no por todos lados—; allá donde exista una mínima posibilidad de conseguir un puesto digno de trabajo.
Las fronteras se convertirán en inexpugnables y, a pesar de que terminaremos siendo una auténtica “aldea global”, eso no cambiará la vuelta al proteccionismo más rancio y atávico.
Pero mientas todo esto vaya pasando paulatinamente pero con muchos sobresaltos, tendremos que seguir viendo a los migrantes encima de un camión o a los niños dentro de una valija.
Al final eso no son más que mensajes, entradas para los asientos de una película de terror que se nos viene encima sin que podamos hacer nada por la falta de pericia y unión de muchos gobernantes de este mundo mundial que nos ha tocado vivir.
alberto.pelaezmontejos@gmail.com
Twitter @pelaez_alberto