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En estos días hay un malestar agravado porque a la situación de violencia, corrupción e impunidad que reina en el país, se le ha sumado el fraude electoral en el Estado de México y en Coahuila y ahora también el espionaje gubernamental. ¿Cómo es posible que este gobierno, uno de los más corruptos que hemos tenido, haya recreado elecciones de Estado con tanta impunidad?
En la clase política se habla de hacer alianzas y un frente amplio para asistir a la cita de 2018 en mejores condiciones. Ya sabemos lo que será esa sucesión presidencial: una repetición ampliada al cubo de lo que se hizo en el Estado de México y Coahuila, es decir, una gran elección de Estado. Si las oposiciones calculan que pueden presentarse como lo hicieron en el territorio mexiquense en las pasadas elecciones y tener mejor fortuna, competir con posibilidades de ganar, están completamente equivocados. La maquinaria del PRI se ha convertido en un dispositivo muy tramposo y sofisticado, con todos los recursos públicos que se necesiten; con una autoridad completamente capturada, pasiva y mediocre; y con oposiciones divididas. Esa fue la fórmula del pasado 4 de junio.
Resulta increíble que con el régimen regresivo que se ha recreado, no se tenga un levantamiento opositor nacional, como el de Coahuila. ¿Con qué cara pueden seguir sentados en la mesa del consejo general del INE los partidos que se dicen de oposición, los que no son las prótesis del PRI (PVEM, Nueva Alianza y PES)? ¿Qué ciudadanía va a votar al PAN, PRD, Morena, PT o Movimiento Ciudadano si aceptan someterse a las condiciones de un régimen que hace elecciones de Estado?
En condiciones menos graves a las actuales tuvimos imágenes mucho más esperanzadoras cuando se luchaba por la transición democrática. En 1988 recordamos el momento en el que Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel Clouthier y Rosario Ibarra de Piedra entraron a la Secretaría de Gobernación a protestar por el fraude del PRI, que de todas formas se impuso, pero Carlos Salinas fue un presidente que todo su gobierno cargó con el estigma del fraude, igual que con Felipe Calderón unos años después. En 1994 el movimiento zapatista detonó cambios en el IFE y la llegada de un grupo de ciudadanos al consejo general; los resultados fueron muy inequitativos, y el gobierno se vio obligado a permitir una importante reforma electoral. En 2006, en plena alternancia, el movimiento de protesta por el fraude lo encabezó AMLO. ¿Y hoy qué pasa?
A partir de 2012 hemos entrado a una malsana normalidad, en donde se hace fraude, sobre todo con la compra del voto y el uso excesivo de recursos en las campañas, pero los expedientes se pierden en la maraña burocrática y no hay penalización. Hoy la autoridad, el INE y el TEPJF, están enredados en miles de reglas, manuales y leyes, pero no generan certeza en los resultados. El arbitraje se ha viciado. Después del 4 de junio sabemos que el modelo híbrido (INE-Oples) que dejó la reforma de 2014 es un fracaso.
Si el cálculo de la oposición para el 2018 es que sólo se necesita una buena alianza para ganarle al partido de estado que regresó a Los Pinos en 2012, es un grave error. Si el país va en las condiciones actuales se puede prever cuál será el resultado: otro sexenio tricolor. Antes que pensar en alianzas urge regresar a lo básico: un nuevo pacto político en donde se garanticen condiciones reales de equidad en la competencia y una autoridad independiente, sin eso, toda la parafernalia electoral estará tocada por un régimen de partido de Estado.
El término de fraude se ha vuelto una palabra de mala reputación. Pero, fraude no sólo es rellenar urnas, también es comprar voluntades de los más pobres que venden su decisión por una promesa o un chantaje; fraude es el uso y abuso de los recursos públicos para fines político-electorales, como hizo el PRI en el Estado de México y Coahuila. Fraude es la coacción, la guerra sucia, las amenazas, la intimidación, el acarreo de los pobres; fraude es la simulación de tener autoridades independientes, cuando en realidad están capturadas.
Hoy, podemos añadir al regreso autoritario el espionaje gubernamental a periodistas y no hay una emergencia nacional…
Investigador del CIESAS.
@AzizNassif