Como parte de la cultura política de Estados Unidos los primeros cien días de un gobierno sirven para hacer un balance del rumbo que tendrá una administración. Una tradición que inició en 1933 Franklin D. Roosevelt. Trump anticipó todo un programa de cambios y reformas para este periodo, pero poco a poco fue derrotado y sus resultados son escasos. ¿Qué ha hecho y qué no ha podido llevar a cabo?

En la época moderna es el presidente con menor apoyo en ese periodo de prueba (alrededor del 40%). Trump ya sabe que una cosa es mandar un mensajito provocador de 140 caracteres y otra muy diferente es gobernar un país con instituciones fuertes. Trump lo acepta, ‘pensé que sería más fácil’.

Desde una visión inteligente Philip Roth describió muy bien a este singular presidente de Estados Unidos, dijo, a la semana de haberse iniciado la era Trump: “He sentido alarma como ciudadano con los gobiernos de Richard Nixon y George W. Bush. Pero, cualquiera que fueran las limitaciones en su carácter o intelecto, no eran tan humanamente pobres como es Trump: ignorante del gobierno, de la historia, de la ciencia, de la filosofía, del arte, incapaz de expresar o reconocer los matices de la sutileza, desprovisto de toda decencia y manejando un vocabulario de 77 palabras que es mejor llamar imbecilidad que inglés” (La Vanguardia, 27/I/2017).

Lo que ha hecho, independientemente de que sea terrible, hay que registrarlo: como cancelar millones de dólares a programas de cambio climático y salud femenina; dar luz verde a oleoductos que dañan el medio ambiente y fueron prohibidos por Obama, como los de Keystone y Dakota; apostarle a la deportación de inmigrantes; nombrar a un nuevo juez muy conservador para la Suprema Corte de Justicia, Neil Gorsuch; intentar quitarles el presupuesto federal a ciudades santuario (proyecto rechazado por un juez); retirar a Estados Unidos del TPP; vetar la entrada de musulmanes de siete países (proyecto rechazado por varios jueces); bombardear Siria y Afganistán y haber lanzado varia amenazas a Corea del Norte; y bajar los impuestos de 35% a 15% a los más ricos.

Su relación con el Capitolio ha sido complicada: no ha podido conseguir fondos para construir el muro fronterizo con México y quizá no lo vaya a lograr; tampoco pudo echar para atrás la ley de salud conocida como Obamacare, en donde no sólo se opusieron los demócratas, sino varios republicanos. Tampoco le ha salido bien su relación con el poder judicial, los jueces se han convertido en un freno a las locuras del trumpismo, como sucedió ya dos veces con el veto a los musulmanes y las ciudades santuario. En los primeros tres meses de 2017 la deportación masiva de inmigrantes no ha superado a la del mismo periodo en 2016, van 62 mil 524 y el año pasado fueron 83 mil 146 (Southwest Border Migration), pero ha crecido el miedo. También hay un incremento importante de demandas contra la deportación que ya suman 763 (La Opinión, 24/IV/2017).

Trump no ha podido cerrar fronteras, ni construir el muro, ni terminar con el Obamacare, pero sí ha mostrado que no tiene ningún problema en ordenar bombardeos, ni en gastar en sus viajes de fin de semana, en donde se calcula que en 70 días ya invirtió más que Obama en dos años (El País, 11/04/2017). Después de todos sus tropiezos le ha dado por empezar a descalificar la meta de los cien días como una medida “ridícula”. Así que este presidente imprevisible, ignorante y autoritario, tiene también sus obsesiones sobre las que vuelve una y otra vez, pero cada vez con menor apoyo y aprobación. Se le ha llamado populista, un término ambiguo que está de moda y se usa para descalificar al contrario, como en una época fue el calificativo de fascista. Pero en realidad, Trump es un autoritario dispuesto a destruir las instituciones que le impiden llevar adelante sus locuras.

Hasta ahora, la prensa crítica, el Congreso, los jueces y los movimientos progresistas han sido valiosos contrapesos, pero el escenario del futuro inmediato seguirá siendo completamente incierto. El expediente con Rusia sigue siendo una amenaza en su contra. Con el trumpismo y la posverdad nunca se sabrá a qué atenerse. Cien días son apenas el inicio de la pesadilla…

Investigador del CIESAS. @AzizNassif

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