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Hoy es un día importante no sólo para Estados Unidos, sino para todo el mundo, porque así pasa cuando un país-potencia elige presidente y, más cuando ese país es el vecino de México. A pesar de que este proceso se repite cada cuatro años, ahora la situación es mucho más delicada porque hoy puede ganar un candidato que durante toda su campaña se ha dedicado a amenazar a México.
Esta campaña presidencial ha roto esquemas y ha obligado a modificar la mirada sobre las elecciones, sobre todo porque se trata de un país en donde esos procedimientos se habían vuelto expresiones clásicas de la democracia electoral: los debates, las encuestas, las estrategias mediáticas, el dinero abundante para los candidatos, el voto dividido. Han saltado por los aires predicciones y se ha instalado un escenario incierto y volátil en donde los cálculos no salen como se había previsto, porque cuando parecía que ya estaba definido el escenario, vuelve a cambiar. Esta lucha termina el día de hoy, cuando el grueso de los votantes vaya a las urnas y se definan los 270 votos electorales que se necesitan para ganar.
El juego electoral ha cambiado de forma notoria. Diversas teorías de la sociología electoral se han derrumbado ante nuevos fenómenos que parecen tener otra lógica. ¿Cómo se puede medir electoralmente el fanatismo? ¿Cuántos votos representa el enojo de los grupos que han perdido su casa y su empleo y quieren que los represente un simulador? ¿Cómo se ha movido la sociología electoral que tenía muy bien calculados las diferentes categorías por edades, sexo, raza, nivel socio-económico, religión, región, ideología y preferencia partidaria? ¿Cómo se expresará en las urnas la crisis cultural que experimenta la modernidad occidental en Estados Unidos? Las respuestas llegarán hoy con el resultado de las urnas.
Cuando Trump empezó su camino a la Casa Blanca el temor de que pudiera ganar era bajo porque había una sociología de grupos y categorías que no le alcanzaban para ganar. Ese presupuesto se fue modificando y ahora nos preguntamos cómo hemos llegado hasta aquí, a una elección en la que al día de hoy existe incertidumbre, porque cualquiera de los dos candidatos puede ganar. Si hay que temer a los chivos en cristalería, cuando se trata de un chivo que puede apretar los botones de las armas nucleares, el temor se vuelve una alerta máxima.
¿Quiénes van a definir el resultado hoy? Un par de encuestas del Washington Post y de ABC-News, perfilan a esos grupos. Los votos en contra del Trump vendrán principalmente de las mujeres, de los jóvenes de entre 18 y 39 años, de las minorías de negros, hispanos y asiáticos, de las regiones del Oeste y el Noreste, de los sectores urbanos, de las clases medias y altas, de los universitarios, de los empleados y desempleados, de los que no profesan ninguna religión y de los liberales y moderados. ¿Quiénes votarán a favor de Trump? Principalmente serán los hombres, los mayores de 65 años, los blancos, la región del sur, los espacios más rurales, los que no llegaron a la universidad, los jubilados y trabajadores domésticos, los protestantes y católicos y, por supuesto, los conservadores (El País, 2/XI/2016). Esta es la polarización de las dos coaliciones frente a las urnas. Después de la campaña de Trump, esas divisiones se han profundizado hasta mostrar posibles fracturas. Ese es el producto de un candidato mentiroso, machista, xenófobo, racista y simulador, que ha llegado hasta la antesala de la presidencia por esos grupos que lo apoyan; y por las viejas heridas históricas entre los Confederados y la Unión, como dijo John Carlin (El País, 6/XI/2016).
A pesar de que los mexicanos no votamos en esa contienda, sí podemos dejar asentado nuestro rechazo a Trump. Confío en que todos esos jóvenes, mujeres, minorías, liberales y universitarios, alcancen para detener esta expresión deformada y peligrosa del neoliberalismo, del que Trump se ha beneficiado en grande. Como pocas veces una papeleta electoral definirá dos proyectos, espero que se confirmen las tendencias y triunfe la coalición liberal y progresista, porque la coalición del odio, la estupidez y las fronteras cerradas, es una amenaza para el futuro…
Investigador del CIESAS.
@AzizNassif