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El pasado 23 de noviembre tuvimos la quinta sesión del seminario que organiza EL UNIVERSAL y varias instituciones académicas sobre el federalismo en México. El tema fue sobre democracia, transparencia y rendición de cuentas. Vistos los resultados que tenemos hoy en día como país que tuvo una transición fallida, nos podemos preguntar: ¿en qué nos equivocamos?
Se trata de ver qué tipo de democracia tenemos y cuáles son los gobiernos que produce. Del lado electoral existen graves problemas que circulan todos los días por la vida cotidiana de la ciudadanía: insatisfacción con la democracia, desencanto con los resultados y un desprecio hacia los actores políticos, partidos, congreso, sindicatos y autoridades. Del lado de la rendición de cuentas el resultado no es mejor, se ha conformado un patrón en los gobiernos locales que resulta desastroso: gobernadores que dejan a sus estados en quiebra, muy endeudados y sumidos en la peste de una enorme corrupción.
El modelo electoral cada día resulta más complicado, más costoso y menos satisfactorio. La última reforma electoral fue parte del Pacto por México y tuvo como uno de sus componentes básicos dar respuesta al problema de la falta de democracia de los gobiernos locales. El objetivo era terminar con el control de los gobernadores sobre los comicios. El resultado fue un híbrido —nacional y local— que dificulta la operación, algunos consideran que se han logrado mejores resultados técnicos, otros señalan que resulta difícil armonizar dos instituciones y dos lógicas de operación. Sin embargo, cuando las dinámicas de la alternancia cobran fuerza, como fue el caso de las elecciones locales del pasado 5 de junio, en donde el hartazgo frente a la corrupción generó múltiples cambios de partido, los obstáculos legales resultan secundarios.
Ahora los gobiernos de alternancia, que prometieron cambios en contra de la corrupción, llegan a administrar la bancarrota y tienen graves problemas de seguridad y violencia, lo cual les va a dificultar de forma importante cumplir sus promesas de campaña.
El modelo electoral vigente, resultado de tantas reformas, es como un rostro sometido tantas veces a cirugía que ya está deforme e irreconocible. Tanto dinero público, sumado al que se maneja por debajo de la mesa, hacen de las elecciones un negocio millonario que produce gobiernos comprometidos con intereses inconfesables. Tantos spots han pervertido el sentido de la comunicación política y han cancelado el espacio para el debate y la información.
La historia de la transparencia y la rendición de cuentas es bastante similar a la de la democracia electoral. Varias reformas, resistencias, capacidades institucionales debilitadas, obstáculos y trampas para que la oscuridad del poder permanezca.
Cuando juntamos el federalismo y la descentralización del presupuesto, con los resultados en materia de competencia electoral y rendición de cuentas, surge un problema que es urgente enfrentar: ¿de qué forma combatir la corrupción y el vaciamiento de la representación democrática?
La discusión en el seminario generó diversas provocaciones, como la de si realmente existe el federalismo en México o si el aparato de la transparencia ha servido para destapar grandes escándalos de corrupción. También hubo otro debate más especulativo sobre si el sistema de partido hegemónico impedía los actuales niveles de corrupción de los gobernadores delincuentes, por el control político vertical del presidencialismo o lo que ha cambiado es el incremento de la bolsa de corrupción.
Cuando se compara el viejo régimen con el actual resaltan algunos cambios, como la posibilidad de la alternancia, a pesar de que no ha conducido a mejores gobiernos, y, por otra parte, los numerosos instrumentos con los que hoy se cuentan para el acceso a la información pública, que han multiplicado los grandes escándalos de corrupción. ¿Existe una vinculación necesaria entre las plataformas de transparencia y auditoría y las investigaciones periodísticas que develan escándalos de corrupción?
Habrá que seguir el debate, pero ante los resultados tenemos hoy la pregunta: ¿en qué nos equivocamos?
Investigador del CIESAS.
@AzizNassif